jueves, 17 de noviembre de 2016

"Instrumental" de james Rhodes. La Tertulia

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Comenzó la tertulia con un incidente no previsto: el lugar donde habíamos reservado hora y fecha para hacer la tertulia, pasó de nosotros de manera escandalosa. Menos mal que al lado, en la misma calle de Capitán Haya, se encuentra el Pub Cafetería "The Monks" en el que el mes anterior realizamos el enciuentro. Aunque es un lugar desgastado por el paso de los años y en el que la calefacción, yo diria que brilla por su ausencia, tiene la virtud de ser propicio para el diálogo al no existir música ambiental de ninguna clase; además, en esta ocasión, la quejumbrosa puerta de la cámara frigorífica apenas si se abrió un par de veces. Así que, el problema inicial se solventó rápidamente y a gusto de todos los que asistimos: una docena.

La tertulia sobre el libro de James Rhodes la inició Ana que fue quien puso el título sobre la mesa allá por el mes de septiembre en Madrid-Río. Junto a ella Juan Dionisio, segundo en animarnos a escogerlo como lectura de este mes de noviembre. Ambos destacaron el candente y terrible tema de los abusos sexuales a menores (violaciones, habría que decir, sin andarse con remilgos) que es el más llamativo sin duda alguna de esta publicación. Lógicamente todos los tertulianos participamos con fervor aportando nuestra visión personal sobre el asunto en concreto de la confesión por parte del autor de haber sufrido abusos por parte de un profesor de su colegio desde los cinco hasta los diez años de edad: ¿Y sus padres no se enteraban? ¿Y los otros profesores? ¿Acaso eran tontos unos y otros? ¡Qué horror! ¡Qué angustia y sufrimiento tan grandes para un niño de esa edad!...

Todos al respecto comentamos la dureza y realismo de las descripciones de estos abusos. Y todos destacamos la valentía del escritor por haber denunciado, si bien tras muchos años de sufrimiento físico y psicológico, su indignante situación. De aquí pasamos a hablar de cómo la pederastia es una peste que existe en nuestras culturas, que sólo aflora y se habla de ella cuando hay noticias de detenciones o juicios a depredadores sexuales que han pasado años y años satisfechos y respetados por el resto de la ignorante sociedad. Y así.

Literariamente vimos que el libro no tenía gran cosa, o sea, casi nada, bueno, nada. Nos pareció más un libro de autoayuda para sí mismo y para cualquier lector que se haya encontrado en situación semejante a la suya. Y sobre todo, un alegato en defensa del inmenso poder que tiene la música clásica a la que él se dedica y que le sirvió para levantarse de la mugre humana en la que se había convertido y a la que le había arrojado ese despreciable profesor suyo. [En mi blog creo haber desarrollado algo más este asunto. Lo podéis ver aquí].

Juan Dionisio nos explicó aspectos muy interesantes de las composiciones musicales: su división en movimientos, el número habitual de los mismos, los tempos más frecuentes de cada uno de ellos... Y se extrañó -y así los demás tomamos conciencia de ello- de que el escritor eligiese como temas musicales de los capítulos (James Rhodes los denomina también Temas) segundos movimientos. Al respecto Juan Dionisio nos preguntó qué nos había parecido esta combinación relato de anécdota musical más movimiento en concreto y su relación con el relato autobiográfico desarrollado en cada uno de los 20 capítulos. Le contestamos que no habíamos visto relación y que apenas, salvo uno o dos tertulianos, habíamos leído el libro escuchando de fondo los movimientos musicales referidos.

Nos pareció un libro algo descoyuntado, quizás como la mente del escritor que padeció -y quizás siga así- de disociación, bipolaridad, esquizofrenia y no sé cuantos problemas mentales más. Todos ellos, parece, provocados por esos continuados abusos sufridos durante su niñez. Pero como dejó caer Margarita de Tena ¿no tendría ya él mismo algún problema psíquico de origen que, ¡sin duda, sin duda!, se lo habrían agudizado los traumas terribles vividos?  En fin, no sé. Yo creo que hasta ni él lo sabe. Lo único es que el amor le vino a salvar de su confusión mental y vital: la Música clásica (¡ah, "La Chacona" de Bach!) y el que declara sentir hacia su hijo Jack y el vivido con las dos mujeres que cita: la madre de Jack y su compañera actual, Hattie.

Bueno, como veis, una obra que sin ser estrictamente literaria es muy adecuada para una tertulia.

La próxima tertulia
Pasamos luego a establecer la lectura para el mes de diciembre así como el lugar y la hora en que la realizaremos. De entre los títulos propuestos, elegimos el que Guida había puesto sobre la mesa. Se trata de una novela del mexicano Juan Pablo Villalobos titulada "Te vendo un perro". Dejamos por su extensión para la tertulia de enero la novela de Fernando Aramburu, "Patria".

Así mismo, continuando el orden alfabético establecido, los próximos recitadores serán Juan Dionisio y Maru. Ya sabéis, compis, tenéis que elegir un poema que os agrade y leérnoslo al resto en voz alta. También admitimos poemas personales.

Quedamos en reunirnos en "El Café del Rey" (c/Paseo del rey, 22), local al que ya hemos acudido en otras ocasiones y que goza de nuestro favor y simpatía. Creemos que es un lugar oportuno para celebrar una tertulia-merienda-cena que nos sirva para despedir el año lector 2016. Por esta razón la hora de reunión será a las 19:45, a fin de que durante una hora o así hablemos de la novela de Villalobos y luego, una vez hechos los deberes literarios, tomarnos algo todos juntos y felicitarnos así las Navidades. El día de reunión será el jueves 15 de diciembre.


Apartado poético

Tocaba en esta ocasión recitar poemas a Cecilia y María Jesús. Sólo la primera se atrevió, quien para echar un capote a Mª Jesús eligió tres fragmentos de "La voz a ti debida" de Pedro Salinas. Yo ahora mismo sólo recuerdo dos de ellos y son los que a continuación reproduzco. Coloco el texto y su recitado en mi voz (os ruego benevolencia):

Si me llamaras

¡Si me llamaras, sí;
si me llamaras!

Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!

Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
«¡si me llamaras, sí, si me llamaras!»
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.

Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: «No te vayas».
Ayer te besé en los labios.

Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.
El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.

Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
-¿adónde se me ha escapado?-.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.