sábado, 18 de enero de 2020

Enero de 2020. Comenzamos el año de la mano de Galdós

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Visitamos la Exposición de la BNE sobre Pérez Galdós
Como digo en el título de esta crónica, el año que abre los -¡quiéralo Dios!- felices años 20 lo comenzamos visitando la exposición que sobre don Benito Pérez Galdós se puede contemplar en la Biblioteca Nacional. A mí las exposiciones librescas no me atraen mucho dado el escaso atractivo material de los objetos que se exhiben habitualmente en ellas. Sin embargo en esta ocasión la muestra galdosiana me ha agradado sobre manera. Sin duda este cambio en mí debe mucho a la personalidad de las dos personas que la comisarían : Germán Gullón Palacio y Marta Sanz Pastor. Los dos desde su contrastada sensibilidad de escritores han logrado hacer verdad el subtítulo de la exhibición sobre Galdós,: "La verdad humana", no quedándose sólo en los libros sino tocando otras facetas de su vida: la música, la pintura, la política, la vida sentimental...

Habíamos quedado citados a las 12'30 del miércoles 15 de enero a la puerta de la Biblioteca Nacional para realizar la visita de la exposición. En principio la idea fue la de que la misma fuese una visita guiada pero al no haberla solicitado con mucha antelación y no darnos hora para este día decidimos hacerla de manera personal. Pienso que tras la lluvia de informaciones que las páginas culturales de los periódicos han dado durante estas Navidades e inicios de 2020 para conmemorar el centenario del fallecimiento del autor canario poco o nada de interés podría habernos añadido el cicerone de turno que nos hubiera correspondido en suerte.

Realizamos el paseo por las cuatro o cinco zonas en que está organizada la muestra: las cuatro maneras narrativas más una zona inicial de orígenes familiares y una final de la repercusión de su Obra en otras disciplinas artísticas, en especial Cine (Luis Buñuel, Pedro Olea, José Luis Garci...) y Literatura. En el caso de esta última me encantaron los audios que bajo la imagen en movimiento de sus autores (Elvira Lindo, Manuel Longares, Antonio Muñoz Molina, Almudena Grandes...) se pueden escuchar como colofón de la misma.

 Todo en la Exposición me agradó, pero por eso de que siempre hay que destacar algo sobre el resto diré que me emocionaron sobre manera las resmas de cuartillas caligrafiadas por el mismo don Benito que contienen algunas de sus muchas obras narrativas y/o teatrales. Así mismo me impactó la contemplación de alguno de los dibujos del gran dibujante que Pérez Galdós también era y, cómo no, la secuencia narrativa de su recorrido vital sobre todo en dos de sus vertientes: la amatoria (sus relaciones con la Pardo Bazán, con la actriz Concepción Morell, con Lorenza Cobián que le dio su única hija,  con Teodosia Gandarias ya en su senectud...), y la política (sus actas de diputado en Cortes, su republicanismo, su defensa de la monarquía constitucional como solución de consenso, su amistad política con Alcalá Zamora o Pablo Iglesias, su encendida defensa del regeneracionismo y krausismo de Julián Sanz del Río...). Todo en la muestra, como digo, hace auténtico el sentido del eslogan que la preside: "Benito Pérez Galdós. La verdad humana".


Como curiosidad diré que a la salida de las salas que contienen más de 200 objetos sobre el escritor escuché una voz que reconocí sin dudar. Era la del periodista y escritor Juan Cruz que deambulaba por el hall de la Biblioteca Nacional charlando animadamente por teléfono. Me dirigí a él cuando vi que cortó la comunicación telefónica y amablemente por su parte intercambiamos algunas palabras. Al decirle que íbamos a comer para a continuación hacer tertulia sobre una novela de don Benito se interesó vivamente por la actividad. Fue el momento entonces en que las tertulianas junto a las cuales yo había acudido a la muestra (María Jesús, Cecilia, Ana, Mari Luz, Mercedes, Inma) se fueron presentando a Juan Cruz. La conversación con el escritor fue breve pero interesante y fructífera. Se interesó el periodista por nuestra próxima lectura. Surgió el  nombre de Manuel Longares por estar en uno de los audios que cierran la exposición; Ana nombró una de las novelas de Longares, "Romanticismo", que de inmediato decidimos adoptar como nuestra siguiente lectura. Juan Cruz nos dijo que era factible que si se lo decíamos con tiempo Longares, el autor, pudiera asistir a la tertulia de febrero si esta la realizábamos a mediodía en una comida. Y en eso quedamos, que buscaríamos un espacio amable y no muy ruidoso donde se pudiese hablar sin agobios sobre literatura. Al final de esta Crónica diré en qué punto se encuentra este asunto.

La Comida en el Restaurante "Alhoceima"
A las 14:30 llegamos al Restaurante situado en la c/ Farmacia. A la puerta encontramos a Mamen que charlaba animadamente con unas amigas; en el interior Teresa ya estaba aguardándonos en la mesa. Poco después llegaron Guida, Margarita y Juan Dionisio. Cada uno de nosotros fue depositando el libro del amigo invisible -en esta ocasión debería decir desconocido por completo mejor que invisible, dado el caos de nombres ocasionado por el programa informático- en una bolsa. El reparto de libros lo realizamos al final del almuerzo y mal que bien solventamos los problemillas surgidos.

La comida en sí, así como el lugar, fue del agrado de todos. Comimos el menú degustación con una serie de platos típicos de la gastronomía árabe/marroquí a la que se adscribe el local: harira, pastela, Chakhchukha (pisto moruno), Ensalada de berenjenas tomates y pimientos (Atlas), culminando con el alcuzcuz de pollo o cordero que da nombre al local. Todo ello lo regamos con vino de Rioja, cervezas y agua. De las bebidas nos hicimos cargo Margarita y yo por haber cumplido cada uno un añito más y el resto dividido a pachas salió por 23€ per cápita. Nos pareció bien en líneas generales.

La tertulia sobre "Torquemada en la cruz"
Afortunadamente la sala de comedor donde nos encontrábamos fue vaciándose de comensales vecinos con lo que la comunicación entre los doce tertulianos fue fácil, agradable e intensa. Rompió el fuego Mari Luz que fue quien propuso la lectura de esta novela. Recordó que había leído en una entrevista que Santiago Lorenzo decía que esta novela era una de las que más le había hecho reír. Con esta opinión del autor de "Los asquerosos" se lanzó la tertulia. ¿Tenía humor, no tenía humor? ¿Hacía reír o simplemente sonreír? ¿Qué es mejor la risa a carcajadas o la sonrisa inteligente? Así iniciamos un fructífero intercambio de opiniones.
Todos comentamos que sí, que hay momentos en que los pensamientos de Francisco Torquemada, las actitudes un poquito fuera del tiempo del hermano ciego de Cruz y Fidela, el rescate que de las Del Águila realiza Bernardina y su esposo el pirotécnico, etc. dibujan una sonrisa en nuestra cara.

La novela, segunda de la tetralogía Torquemada, gustó. A casi todos gustó mucho; a otros, -pocos, la verdad-, gustó pero menos. Estos últimos no lograron olvidarse del apelativo valleinclanesco de 'garbancero' y de que los sectores progresistas españoles de los años 70 añadieron la connotación de 'casposo' al adjetivo galdosiano. De hecho en la tertulia se preguntó el porqué de esta negativa consideración que la literatura de Galdós había tenido durante muchos años. Y sobre ello (que si las envidias en vida de los jóvenes -Baroja, Valle Inclán y demás-, que si su ideología republicano-socialista durante el primer franquismo, que si para ciertos sectores de la sociedad española los "Episodios nacionales" transmiten una idea de Nación unitaria que no satisface sus intereses ideológicos, que si los jóvenes esteticistas de los últimos años 60 y primeros 70 odiaban la naturalidad y frescura de la prosa de Galdós, que si...) estuvimos un tiempo debatiendo.

Pero salvo estos pequeños 'peros' la novela gustó mucho por casi todo. Los personajes están fantásticamente dibujados. Nos sorprendió especialmente la manera como el autor sabe transmitir el mundo de la ceguera que vive el hermano menor, lo bien que muestra la evolución psicológica de Torquemada que desea ser admitido en el entorno de la sociedad respetable y lo va a conseguir gracias a su dinero y a los modos lingüísticos que va tomando de aquellos que considera bien hablados pero que él por impericia no sabe colocar debidamente en la frase ni emitir u omitir cuando la ocasión así lo requiere. Las dos hermanas y su 'sacrificio' o prostitución matrimonial para no alejarse demasiado de lo que ellas entienden es su estatus. Este sacrifico evidencia que su época de aristocracia ya ha pasado, que una nueva clase social, la del dinero que representa Torquemada, ha llegado y va a barrer con esa clase alta inoperante, aunque los advenedizos desean adoptar su barniz.

Además del contenido, del realismo que presenta el autor, en especial ese Madrid magnífico hoy desaparecido por el que gracias a él podemos transitar, podemos vivirlo, está el lenguaje, la forma. Galdós es un maestro manejando el idioma; utiliza un vocabulario hoy en gran parte desaparecido que da gusto leer y recuperar; la tradición de la literatura española se percibe en la novela: esas descripciones de suma tacañería parecen sacadas de Quevedo o del Lazarillo, pero sobre todo -ahora sí que sí- Cervantes está del todo presente en la narrativa galdosiana: el perspectivismo, el enjuiciamiento del propio autor que se introduce en la narración cuando así lo requiere, la doble o triple atribución de la historia a diversas fuentes cual si de un narrador múltiple se tratase, las historias intercaladas en el curso de la narración principal, etc., etc. También se habló en la tertulia de la teatralidad presente en el relato. Una teatralidad que aparece en forma de acotaciones -pocas, pero las hay- y en ese dirigirse al lector directamente cual si de un 'aparte' teatral se tratase.

Por último, o ya no sé si lo dijimos al inicio, todos convinimos en que ciertamente "Torquemada en la cruz" no es una novela insigne, no es "Fortunata y Jacinta" ni "Misericordia", claro es, pero casi precisamente por eso es una novela en la que el arte galdosiano se ve con más claridad por ser una escritura más rápida, menos reposada, más propia de él que por ello algunos maledicentes -Valle Inclán, Juan Benet...- tildaron de autor literariamente 'basto, grosero, casposo, garbancero, sin mérito alguno".

Y así pasó el tiempo, y llegaron las 17:45. El dueño del "Alcuzcuz Alhoceima" ya nos había lanzado más de una indirecta en forma de puerta de la calle abierta, calefacción tiempo ya apagada, mesa recogida, y paseos aparentemente inocentes por nuestro alrededor. Sí, había que marcharse, levantar el vuelo, salir a la calle y ver si de ese Madrid de Galdós aún quedaba algo. ¿Algo? Muchísimo. La misma calle de la Farmacia es buena prueba de ello.

La próxima tertulia
Como he dejado dicho más arriba, consecuencia del encuentro casual con Juan Cruz y de la conversación con él mantenida fue la decisión de elegir la novela "Romanticismo" de Manuel Longares como lectura para nuestra tertulia de febrero. Juan Cruz nos dio su teléfono e insistió en que en cuanto decidiésemos el día de tertulia lo llamásemos para ver si él podía convencer al autor de la novela, Manuel Longares, para asistir a nuestro encuentro tertuliano. La hora de la comida era la idónea, según nos dijo. Con estas premisas al final de nuestra comida de enero elegimos el día que nos veríamos en febrero: el jueves 13.

Con los presupuestos y decisiones antes señalados la misma tarde del día de nuestro encuentro le envié un wasap al periodista y novelista que amablemente me contestó al instante iniciando un intercambio de mensajes en el que él me transmitió la aceptación del encuentro el próximo día 13 de febrero a las 14:30 para comer con él y Manuel Longares. ¡¡Fantástico!! Aceptación que os comuniqué a todos por wasap. Quedaba sólo elegir restaurante. Ellos -los escritores- lanzaron tres nombres de restaurantes (Lhardy, Paradise, La trucha...) que a nosotros nos parecieron poco idóneos por caros (Lhardy y Paradise) o muy bullicioso (La trucha). Se lo dije así a Juan Cruz quien lo entendió y me dijo que preguntara en La trucha si disponían de Reservado, algo que al día siguiente hice obteniendo una respuesta negativa.

La búsqueda de Restaurante con Reservado era labor importante y hacerla pronto me parecía conveniente para no perder la oportunidad de hacer tertulia con estos dos autores. Todos colaborasteis sugiriendo nombres... y fue Mercedes que había tenido una comida con sus compañeros del Ateneo de Madrid en un restaurante de la calle San Agustín la que con celeridad logró reservar día y reservado idóneos. Se trata del Restaurante "El Villagodio", sito en esa calle. En el restaurante se sirve cocido, pero también menú y carta.  Más cerca de la fecha habrá que comunicar al restaurante los platos elegidos. 

Comuniqué el resultado de la gestión a Juan Cruz, esa misma mañana enviándole un wasap. Los mensajes los leyó (ya sabéis eso de las dos aspas coloreadas en azul que indican la recepción y lectura del mensaje por parte del receptor) pero no me ha contestado ni siquiera con un emoticón o emoji. Frente a la locuacidad del miércoles, la mudez del viernes. Y en esas estoy. Pienso por una parte que sigue en pie su aceptación dada la rotundidad de la misma la noche del miércoles, pero también sé de la volubilidad de carácter de estas personas. En fin, creo que habrá que dejar pasar unos días -no muchos- para ver si hay contestación y si no requerírsela para nosotros poder decidir definitivamente.

No sé qué pensáis de todo esto. Es un buen asunto para conversar en nuestro chat de wasap. Allí nos veremos (quiero decir, leeremos). Un abrazo a todas y a Juan Dionisio.