miércoles, 26 de octubre de 2022

"Arde este libro". El libro de la tertulia de octubre de 2022. Fernando Marías

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La tertulia de ayer, martes 25 de octubre de 2022, la celebramos en el Hotel Ibis de la calle Manuela Malasaña, precisamente la calle que dio nombre a una zona madrileña que albergó, durante la Movida de los 80, varios de los templos musico-alcohólicos en los que se coció mucho de lo que luego ha quedado marcado en letras doradas en los anales que dan cuenta de la Movida. Evidentemente, su elección para la tertulia de esta novela fue pura casualidad; a nadie se nos ocurrió pensar cuando lo elegimos que el autor y sus personajes -el mismo Fernando Marías y Verónica, su pareja- pisotearon la zona y habitaron sus locales durante los veintitantos años que duró su relación. Pero volvamos a la crónica, que parece que me estoy yendo por las ramas.

Ocho tertulianos acudimos esta vez al Ibis para vernos y cambiar opiniones sobre el libro elegido para leer en octubre. A todos el libro nos había gustado mucho y todos nos preguntábamos cómo era posible que en los medios el mismo no hubiera tenido mayor repercusión. La verdad es que a esta cuestión ninguno de nosotros encontró respuesta válida satisfactoria. Quien propuso la lectura fue quien esto escribe, o sea, yo mismo. Inicié mi intervención diciendo que fueron comentarios de amigas lectoras los que me revelaron la existencia de esta obra de Fernando Marías. El nombre del escritor yo lo había escuchado, claro, pero confesé que hasta ese momento nada suyo había leído. La lectura de "Arde este libro" me impactó. Reconozco que es de las obras literarias que más me han conmovido últimamente: no salí de ella igual que entré, salí transformado, impresionado por lo que una persona puede escribir mostrándose desnudo a los demás, en plena visceralidad, esto es, sin tapujo alguno, sin esconderse. Para no cansarlas, dije a mis compañeras tertulianas que en febrero de este año escribí, nada más acabar de leer el libro, una reseña en la que me explayé a mi gusto sobre esta novela.

¿Novela? Sí, novela, porque el término es maleable al máximo y admite prácticamente todo. Aquí, -vinimos a convenir la mayoría-, estábamos ante una novela de no ficción, autobiográfica, memorialista, concebida como una elegía, un canto fúnebre dedicado a Verónica, la mujer con la que compartió Fernando sus años más felices. También, dado el alcoholismo que los tuvo apresados a ambos en un primer momento, y luego sólo a Verónica, la novela es una mostración de la brutalidad que supone esta adicción. En esta obra el autor dialoga con Verónica, fallecida siete años antes de que Marías se pusiese definitivamente a redactar el libro, utilizando con frecuencia el narrador en segunda persona; es una novela que tiene una estructura acorde con el funcionamiento que tiene la memoria y el hecho de recordar en cualquiera de nosotros, esto es, con cierto ordenado desorden, con avances y retrocesos, por asociación y su contrario... Pero, sobre todo, sobre todo, -en esto coincidimos los presentes-, es una novela en la que la belleza del lenguaje, su poeticidad, deslumbra y enamora.

Como no todo podían ser elogios, varias de mis compañeras se preguntaron por qué el escritor no muestra más del pensamiento de ella, de Verónica. Aquí fue donde las opiniones, más o menos diversas, de unos y de otros salieron afuera. Que si tal, que si cual... Pero en general todos convinimos y nos reafirmamos en que el propio autor se lamenta, -un poco tarde, la verdad sea dicha (ja, ja...)-, de no haberse preocupado más por las propias aspiraciones de ella, una mujer que, eso sí que se ve bien claro, se enamoró perdidamente de él y se inmoló en aras de su triunfo. Aquí se dijo "La luz prodigiosa", libro que supuso un antes y un después para la pareja, pero sobre todo para Fernando Marías, por el premio de novela que recibió en 1992, lo lograron gracias al esfuerzo creativo de ambos. No lo sé, no lo he visto yo tan claramente en la novela, novela que leí al finalizar Arde este libro, pero, quizás sea así. 

En mi reseña [dejo aquí el enlace a la misma] hago hincapié en la enorme belleza de la literatura que Marías utiliza en el que, al sorprenderle la muerte un día del pasado mes de febrero, ha sido su último libro publicado en vida. A este respecto, en la tertulia nos preguntamos sí el escritor tenía obra poética publicada. No, que nosotros sepamos, dijimos mirándonos unos a otros. Y nos pareció extraño dada la apostura poética presente en muchos párrafos; el ritmo logrado a base de repeticiones como ese "Te enterraron con un libro mío entre las manos" que, cual salmodia, vertebra la novela; e incluso, naturalmente, ese título tan impactante, sugerente y sorprendente; "Arde este libro". Y más, mucho más...

La tertulia sobre Arde este libro de Fernando Marías discurrió así, sin grandes exposiciones, interrumpiéndonos e interviniendo cuando lo dicho por alguien suscitaba un matiz, una apostilla, un dato relevante que aportar. Estuvo bien, aunque quizás puntualmente resultase algo vocinglera y embarullada. Fue una tertulia viva y muy participativa. 

Además de hablar sobre el libro que nos convocaba, como ya viene siendo habitual entre nosotros, citamos algunos títulos de lecturas que últimamente nos habían resultado especialmente interesantes. Salieron así a la palestra autores de novela como la americana de ascendencia croata-persa Ottessa Moshfegh (La muerte en sus manos, Mi nombre es Eileen y otras), el francés Bernard Minier y su novela Hermanas ('Soeurs'), Cielo abajo y La luz prodigiosa de Fernando Marías, La anomalía de Hervé Le Tellier, y otros títulos más que ahora mismo no recuerdo.


Nuestra próxima tertulia
Fue precisamente uno de los títulos anteriores, conocido por dos o tres tertulianos, el que nos pareció perfecto para ser comentado en una tertulia literaria. Me refiero a La anomalía de Hervé Le Tellier, novela ganadora del Premio Goncourt del año 2020. El día que elegimos para reunirnos fue el 28 de noviembre; y el lugar, el Hotel Ibis donde nos encontrábamos que, aunque menos dadivoso y algo más caro que en ocasiones anteriores, nos agrada por eso de estar prácticamente solos, sin personas ajenas a nuestro alrededor. La hora, casi ya no hace falta recordarla: las 19:00. 

Hasta entonces, queridas amigas.