jueves, 22 de marzo de 2018

Hablamos sobre "El tren de la última noche" de Dacia Maraini

La crónica que sigue es, necesariamente, una crónica incompleta pues llegué al "Madrid Business & Bar" en O'Donell, 4 cuando ya había transcurrido al menos media hora de la misma. ¿Qué es, entonces, de lo que no fui testigo? Pues, imagino, que de los últimos detalles y pormenores de nuestra próxima salida, la que haremos el 17 de abril por tierras de la Mancha, concretamente a Mora y Orgaz. Desde aquí emplazo a las organizadoras, Mercedes y Mª Jesús, para que envíen un email a todos y cada uno en el que con claridad se vean todos los extremos de ese día: hora de salida, coches y ocupación de los mismos, programa a realizar y todo aquello que entiendan sea interesante conocer. 


La Tertulia sobre la novela de Dacia Maraini
A las 19:30, cuando Mary Luz y yo llegamos al sótano del local de O'Donell, 4 que, además de tertulias como la nuestra, alberga otro tipo de reuniones, alguna con cierto halo misterioso (una persona se acercó a la mesa donde escuchábamos con atención al tertuliano de turno para preguntarnos si era allí la reunión sobre las criptomonedas [¡¡glups!!]). Pero bueno no quiero desviarme.

Decía que a las 19:30 estaba en el uso de la palabra, en nuestra inocente mesa literaria,  Marga, la proponente de "El tren de la última noche". Por lo que alcancé a escucharle saqué en claro que el relato le había gustado mucho si bien había partes como la muy extensa dedicada al levantamiento de Budapest de 1956 que le habían resultado pesadas.

MªJesús, a lo dicho por Marga, puntualizó que la novela le había parecido más una crónica que otra cosa. La escritora quería hablar de un momento histórico y para ello crea unos personajes y los coloca ahí, personajes que por ello parecen no tener alma y ser una mera disculpa para que la Crónica discurra.

Seguíamos un cierto orden en nuestras intervenciones como habitualmente solemos hacer, así que por turno fue Cecilia quien tras Mª Jesús tomó la palabra para expresar su plena satisfacción con el producto leído. En especial le había gustado la técnica empleada y sobre todo esa mezcla de géneros literarios; aquí se detuvo en las cartas que Emanuele le envía a Amara desde Viena en las que -según las propias palabras de Cecilia- se marcaba la 'cronología del horror' siempre in crescendo hasta 1943 en que el niño enmudece.

Guida, que había escuchado con atención las intervenciones precedentes, matizó la dureza contenida en la historia que todos habían manifestado diciendo que había mucha más en otros relatos que tocaban este asunto de los campos de exterminio nazis. Y apuntó como ejemplo "Las benévolas" (2007), título del escritor norteamericano nacionalizado francés y residente en Barcelona, Jonathan Littell (Nueva York, 1967). Siguió diciendo que aunque la novela le había satisfecho, sin embargo hubo momentos en que le pareció algo inverosímil: ¿Es posible que Amara no reconociese en Peter Orenstein a su amor de niña Emanuele Orenstein?, apuntó.

Mercedes dijo que había quedado extasiada con el bello lenguaje utilizado en la novela; un lenguaje que le hizo recordar a nuestro Juan Ramón. Para ilustrarlo leyó algunos fragmentos especialmente poéticos. Cecilia la instó a que leyese el poema de Eugenio Montale que previamente ella nos había hecho llegar por WhatsApp. En el relato son sólo dos versos los citados por Emanuele en una de las cartas dirigidas a Amara. Mercedes leyó el poema completo que, pese a su belleza, y dada su extensión, se hizo algo pesado. En cuanto al asunto novelesco escrito por la autora italiana -siguió diciendo Mercedes- poco o nada nuevo había en él. Como crítica manifestó que la resolución del relato, con ese final rápido, le pareció chocante y sorprendente, pero no para bien.

Maru también expresó su satisfacción con la historia leída, una historia que le había resultado bastante dura. Del personaje central, Amara, dijo que le pareció un ser algo ficticio, falso, poco creíble.

Ana, Mamen y Mª Luz, cada una en su turno, abundaron en la idea de lo poco que añade la historia de horror contada a lo ya sabido por todos. En este sentido, dijeron las tres, que el asunto no les había parecido interesante considerando además que la historia hacía aguas por muchas partes al existir ciertamente elementos muy inverosímiles: la alegría con que Amara se desplaza por una Europa en plena reconstrucción y plena guerra fría, unas relaciones entre personajes que quedan poco claras (Tadeusz, padre de Hans, y Ferenç, el pintor; Amintore y Stefania, padres de Amara; el bibliotecario de Viena Horvath; y otros).

En mi turno llamé la atención sobre la constante narración en presente que se había autoimpuesto la autora. Por ello la inclusión de esas cartas que Amara lee y relee constantemente, para así hacer que sea el mismo Emanuele quien relata ese camino hacia el horror de la vida primero en Viena y luego en el gueto de Lodz; por ello el dejar para el final la narración de los sufrimientos y penurias soportadas por este personaje a fin de que sea él mismo, once o doce años después de haberlos recibido, quien los contase; por ello el desplazamiento hasta Budapest que no añade nada al asunto Amara-Emanuele y que sólo se justifica porque la autora quiere contar en primera persona a través de personajes testigo los sucesos de Hungría de 1956. Al respecto y como ilustración de lo dicho leí un texto para mí muy clarificador. Ese texto, resulta que también lo había leído Guida en su turno (¡perdón, Guida!) y yo lo había olvidado. Es lo que tiene esperar pacientemente a que te llegue el turno de participación en la tertulia. De nuevo, pues, pido disculpas.
También me referí, como aquello que más me había agradado de esta novela, a la tremenda cultura que Dacia Maraini esparce por la obra en forma de referencias culturalistas de todo orden (musicales, literarias, pictóricas...). Especialmente me fijé en las literarias que van desde la Eneida de Virgilio con ese Hans que lleva sobre sus hombros a su padre muerto como Eneas hiciera con su padre Anquises, pasando por el "Infierno" de Dante, los "Pensamientos" de Pascal, el "Wherter" de Goethe, los personajes de "El idiota" de Dostoievsky, la Viena de "El tercer hombre" de Graham Greene, los poemas del italiano Montale, del turco Nazim Hikmet, del húngaro Gyulia Illyés...; sin olvidar, naturalmente, la novela "El corazón de las tinieblas" de Joseph Conrad, crónica del horror más terrible y novela a la que, en mi opinión, Maraini emula aquí; y tantas y tantas otras referencias literarias. Son referencias en mi opinión nada sencillas de insertar bien en el relato. Maraini lo consigue con su bello estilo al convertir los textos, personajes y pasajes literarios citados en parte de la narración al quedar transformados en elementos reales o referenciales dentro de las innumerables metáforas e imágenes que llenan su novela.

Juan Dionisio, en su turno, señaló la dureza de la historia. Habló de la gran cantidad de alusiones musicales cultas y populares que aparecen en el texto y especialmente comentó lo mucho que había llamado su atención esa confesión de amor y fe ciega propia del enamoramiento que la dueña de la pensión vienesa en la que se aloja Amara manifiesta al hablar de por qué la población había seguido y bebido el pensamiento nazi como verdades plenas sin percibir todas las barbaridades que hacían y que decían sobre los judíos. 'Era Amor', dice este personaje, 'lo que nos atraía hacia ellos'. A este respecto todos le vinimos a decir a Juan Dionisio que ahí radica el éxito de todos los nacionalismos, en el sentimiento de fe ciega propio del enamoramiento que nubla la razón y que sólo nos deja considerar las cualidades de la persona amada sin ver ningún defecto en ella. Pusimos como ejemplos  muy cercanos el de los nacionalismos periféricos que tenemos en España. ¡Ceguera total!

Inma, a quien le llegó la vez cuando ya había transcurrido más de una hora de comenzada la reunión, apenas si pudo añadir nada nuevo porque, como bien dijo, prácticamente todo había sido ya dicho. En un momento anterior, cuando Mercedes habló de esa demora en contar lo sucedido a Emanuele en los campos y de cómo la contraportada de la novela hablaba de sorpresa final, ella había comentado que jamás leía las sinopsis que venían en los libros hasta haberlos leído por sí misma; de esa manera evitaba verse influida. Pero sobre este asunto suscitado por Mercedes introdujo durante su intervención un dato más. Según Inma sí se van dando informaciones sobre lo que podría estar pasando con Emanuele en los campos a través de otros personajes como el de su tío pintor y la esposa de éste que compartieron cautiverio con él y evitan decir nada sobre su comportamiento.

Y acabo. En esta ocasión, la Crónica ha salido algo extensa porque he querido reflejar con cierta fidelidad el proceso que solemos seguir en las mismas. Es un proceso ordenado, pero que quizás resta espontaneidad al intercambio de ideas y comentarios entre unos y otros. Desde aquí, propongo dotar de más dinamismo a las reuniones para que todos podamos intervenir cambiando la dinámica de las mismas. Como no es caso de extender más ya esta crónica, creo que estaría bien abrir un período de reflexión sobre el proceso para intentar mejorarlo (como se decía en nuestra ya lejana etapa profesional propongo que vayamos pensando, ¡tachán!, en "propuestas de mejora". ¿Os acordáis de esta expresión? Seguro que sí). Bueno, ahí lo dejo.

La hora de la Poesía
Cerca de las nueve de la noche Ana, que era quien en esta reunión aportaba poemas, nos habló de los dos autores de quienes nos iba a leer sendas composiciones. Se trataba de un lejano familiar suyo, José Antonio González-Haba Guisado, primo segundo, con quien apenas relación          -mejor  ninguna- había tenido pues a pesar de los apellidos las vicisitudes de la vida había separado mucho geográficamente  a estos familiares lejanos de manera que casi ningún contacto había existido con ellos. Pero bueno, este chico, fallecido en 2009 a los 71 años, coincidió en Barcelona durante sus años de estudios universitarios con Joan Margarit con quien hizo buena y sana amistad en el colegio mayor donde ambos residían. Tal debió de ser la amistad entre ambos que Margarit a la muerte de González-Haba Guisado instó a la editorial granadina Valparaíso de Poesía a publicar los poemas que José Antonio había ido escribiendo a lo largo de toda su vida y que habían permanecido inéditos. El libro se titula "Puente de hierro" y apareció en septiembre de 2016 con prólogo del arquitecto y poeta catalán que lo había propiciado.

Dos poemas, pues, son los que Ana nos ofreció. Dos poemas relacionados entre sí por la biografía de los autores y porque el de Joan Margarit lleva el enigmático título de "J. A. G. H.". Los lectores de Margarit siempre quisieron conocer el misterio escondido tras estas iniciales. Ana nos lo descubrió a nosotros el martes pasado; y por si la biografía y amistad de ambos fuera poca cosa ha querido descubrirnos también al poeta que existía tras ese nombre que cantó el poeta catalán. A mí los poemas de ambos me gustaron mucho. Os los presento en letra y audio (la voz es mía. Disculpad los fallos que pudiera haber)

J. A. G. H.
(Joan Margarit)

Te imagino bebiendo el vino áspero
del bar de ese poblacho desde el que me [escribiste
tu última carta. Digo muy despacio:
Hice una inmensa finta y viví veinte años.
Es el único verso tuyo
que puedo recordar de tantas noches
en el Café de la Ópera.
Siempre pensé que, de los dos, serías tú el [poeta,
Un seco Baudelaire de Extremadura.
Amigo, extraviado desde hace tanto[tiempo,
una voz al teléfono que a veces
surgía de las viejas esperanzas.
De pronto sé que somos uno solo
Y que has detenido aquella noria
Del poema funesto que no acababas nunca.
Aquella amiga suicida.
(José Antonio González-Haba)

Estás en la amplitud de la ventana
que cálida y pacífica me mira,
observando aún el cotidiano
desenvolvimiento de la estancia:
las viejas sillas, la cama sobre el suelo,
el nuevo libro, la revolución
que amaste y prosiguen las canciones.
Estás en el fondo de aquel espejo
como en un pozo muy profundo
esperando que asomen otros rostros.
En la percha, donde demenciales
a veces aparecen tus vestidos.
En el armario que te quiso tanto.
Estás vagando, tenue, por la casa:
cada crepúsculo una sombra cruza
hacia el lavabo donde te peinabas
y sonaban puertas, grifos, pájaros.
Estás en el retrato de Van Gogh
que salvaje contempla las paredes.
En las sucias cazuelas y sartenes.
Estás bellísima en el tragaluz
que en la cocina canta el esplendor
de viejas cenas a la media noche.
No sé. Pero en algún lugar estás.
Vagas sonriente por todas las buhardillas.
Tú, que sin decir nada a los vencejos
decidiste un día cambiar de abismos
y me dejaste a solas con las puertas.
Solitario,
desde la más alta terraza,
he de encaramarme una noche a las [estrellas
y saber de la sonrisa
con que, para siempre,
desde algún lugar me miras.

La próxima lectura
Aquí también se lanzaron ideas sobre cómo realizar la elección de los títulos. Es un asunto también a reconsiderar. Mamen, en concreto, planteó -y yo la secundé- un sistema que propiciase el que todos pudiesen efectivamente hacer propuestas. Consistiría el procedimiento -creo haberlo entendido así- en que en cada reunión fuesen tres personas (siempre que quisiesen, naturalmente) las que propusiesen lectura para sobre ellas a continuación elegir en votación la que haríamos. Como todo es un sistema  posible. En fin, ya lo veremos y seguiremos perfeccionando.

En esta ocasión tres títulos fueron los propuestos: "La familia Karnowsky" de Israel Singer (proponente, Cecilia), "Ordesa" de Manuel Vilas (proponente, Juan Carlos),  y "Una infancia feliz en una España feroz" de Jorge Martínez Reverte (proponente, Mamen).

De los tres títulos, una vez realizada la votación, salió elegida la novela de Manuel Vilas. Es una novela que ha sido muy bien recibida y que, según algunos vaticinios, podría alzarse con ese título de mejor libro del año en curso. ¿Sí? ¿No? Bueno, el día 17 de abril durante la tertulia que haremos en tierras manchegas daremos nuestra opinión al respecto.


Despedida y Cierre
Y esto fue todo, que como veis no fue poco. Quedamos, pues, emplazados a la salida del próximo día 17 según el programa que nos remitan las organizadoras. Hasta entonces, pasadlo bien.

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