miércoles, 23 de enero de 2019

Comida de Año Nuevo, Tertulia sobre "Ayer", y Amigo Invisible

Hacía exactamente dos meses que no nos veíamos y los once tertulianos que a las 14:45 de la tarde nos sentamos alrededor de una bien preparada mesa en el Restaurante Piscomar íbamos a demostrar la apetencia que teníamos de conversar en el curso de las cerca de tres horas siguientes.

El frío que hacía en Madrid hizo que la entrada en el local de comida peruana fuera un alivio para los rostros helados de los que allí llegamos caminando y que provocase entre unos y otros un clamoroso estallido de saludos y felicitaciones. Y es que, amigos, desde el año 2018 que no nos veíamos. Demasiado. Nos prometimos que en próximas añadas intentaríamos evitar separaciones tan dilatadas y que el reencuentro de Año Nuevo nunca más lo llevaremos a fecha tan entrada en el mes de enero como en esta ocasión.

La Comida
La comida fue espectacular por su calidad y lo bien servida que estuvo. Comimos a base de, podríamos decir, diversos platos compartidos entre todos habida cuenta de que la metre [admitido por la RAE, ¡increíble!] del restaurante nos avisó de que si cada uno pedía plato principal por su cuenta habría una dilación importante en la llegada de estos a la mesa pues todo en el restaurante se realizaba al momento. Llegó a hablarnos de hasta 40' de diferencia y, naturalmente, nos asustó un poco esa idea por lo que decidimos ir todos a la par para así llevar todos los platos en orden y sin molestas demoras entre unos y otros. No puedo nombrar aquí, por desconocimiento y falta de atención, las denominaciones de las exquisitas bandejas que fueron llegando a la mesa. Sólo diré que todo me pareció delicioso. La comida la regamos con un buen vino blanco escogido por nuestra experta sumiller Mercedes; además antes de empezar la comida e incluso en mitad de la misma la mayoría de comensales tomaron cócteles pisco sour que, según manifestaron todos, estaban de morirse.

La tertulia
Fotocomposición tomada de "El blog de Juan Carlos"
En esta ocasión y para evitar ser pillados por el reloj iniciamos el comentario sobre la novela leída antes de que llegasen los primeros platos. Fue una tertulia algo discontinua al ir como entreverada entre la pitanza pero en mi opinión fue surgiendo de una manera natural y fue atendida debidamente por todos los participantes en ella. Como siempre el proponente del título fue el encargado de romper el fuego discursivo. Me correspondía esta vez a mí por ser yo quien puso el título de "Ayer" sobre la mesa de propuestas. Como suelo hacer sólo puse dos o tres ideas sobre el tablero discutidor a fin de promover y provocar el debate. La primera fue la razón de haberla propuesto: la gratísima impresión que "Claus y Lucas", pese a su dureza, había dejado en todos nosotros. "Ayer" -dije- es la novela más autobiográfica en opinión de su autora, incluso por encima de "La analfabeta", siempre considerada la que más. La segunda idea que lancé fue la de la inmensa belleza que esconden las páginas de este relato de apenas 80 páginas en edición e-book. Es una belleza que se suele reservar para la poesía; y es que, en efecto, cabría hablar de prosa poética. Y, creo recordar, cerré mi intervención aludiendo al protagonista, Sandor Lester, quien para sobrellevar la dura vida de exiliado, refugiado o emigrante, se crea un mundo interior imaginativo, de ensoñación, fantasía e irrealidad donde aparece la ideal Lina, plasmación del Amor que él busca y está aguardando siempre; nada que ver, pues, con la real Lina con la que mantiene una relación en el relato. Y nada más dije dando así paso al resto de tertulianos. No obstante y como siempre suelo hacer tengo la novela reseñada en mi blog [dejo aquí el enlace por si alguien quisiera echarle un vistazo].

Tras ésta, quizás algo extensa introducción por mi parte, los demás tertulianos procedieron a exponer sus opiniones sobre "Ayer". Podría decirse que el comentario unánime fue el de la terrible dureza del relato. Pero la mayoría comentó que es una dureza envuelta en belleza y esta belleza provoca que leamos el relato hasta su final. Y no sólo eso sino que incluso -su brevedad lo facilita, bien es cierto- muchos la hayamos leído más de una vez. A propósito de la vida dura que se expone, en especial el repudio de que es objeto el niño Tobías de pequeño en su pueblo, surgieron recuerdos (Juan Dionisio, Ana, Inma) de episodios parecidos conocidos y/o vividos en propia carne, e incluso haber participado durante nuestra niñez en acciones que en su momento no nos parecían cosa ilógica o disparatada. En el capítulo de los personajes unos y otros tertulianos fuimos sacándolos a la palestra y, la verdad sea dicha, prácticamente ninguno de ellos quedaba en muy buen lugar. Quizás Jean fuera el único que se había ganado nuestro aprecio, pero sólo él y sólo por la extrema necesidad en la que vive; la auténtica Lina se nos revelaba como un ser odioso y clasista a más no poder; Yolanda quedaba ahí como el prototipo de mujer a la que Sandor recurre porque no hay nada mejor; Vera engaña a su hermana; Eva sólo busca sexo; y Sandor -este fue el calificativo unánime- es un auténtico cabronazo.

Hubo un simpático momento en la tertulia de discusión conceptual que, afortunadamnte (ja, ja, ja...), duró poco. Me refiero a cuando al hablar de la extrema belleza del texto Mercedes habló de prosa poética y tras leer un fragmento de la novela alguien habló de monólogo interior, ella -Mercedes- dijo que no había tal cosa, Cecilia entró en la liza, yo dije ya no recuerdo qué..., y se estableció un breve pero cómico por el, en mi opinión, absurdo afán de demostrar el dominio de tecnicismos y conceptos literarios. Mucho más interés tuvo hablar de la gran cantidad de literatura contenida en tan pocas páginas. Los asistentes hablaron de Lázaro de Tormes, de Quevedo, y de otros libros y autores.  Naturalmente, vinimos a concluir, la maravilla que escribe Agota Kristóf no es que esté influida por los autores españoles (a lo mejor sí; a lo menor, no) dadas las muchas literaturas que hay en Europa, sino que logra despertar en los lectores evocaciones, relaciones o reminiscencias de textos de otros escritores (nosotros, por españoles, lógicamente más de españoles que de otras nacionalidades). Se demuestra así la unidad de sentido y comportamientos del ser humano sea de donde sea, o sea, la universalidad de esta novela. Y esto ya por sí solo es un mérito importantísimo al alcance de pocos.

Así fue discurriendo la tertulia. Ya para finalizar, y que recuerde ahora, Mamen habló de la dureza de la emigración preguntándose si ahora será igual el sentimiento de soledad y desarraigo en ellos. Cecilia, partícipe en ameno diálogo en algunas intervenciones de otros tertuliano, llegado su turno resaltó la idea de joya literaria apoyándola con argumentos y señaló la mezcla de géneros que hay en la novela, una novela en la que hay mucho de psicoanálisis, surrealismo, mundo onírico, etc. María Jesús e Inma señalaron que el tiempo pasado desde que la leyeron les había hecho olvidar no pocas cosas de la novela, pero que gracias a la tertulia las volvían a recordar y a disfrutar con tan hermosa -¡y dura!- narración, llena toda ella de poesía. Mª Luz habló de que la historia le había impactado, que era una novela de las que dejan poso, que no se olvida fácilmente, lo que demuestra su enorme calidad. Y cerró el turno Guida, que como suele suceder a los tertulianos que se encuentran al otro extremo de la mesa no pudo por menos que decir que todas nuestras anteriores intervenciones habían tenido el efecto de dejarla a ella seca porque allí había ido saliendo todo lo que ella consideraba.

En definitiva una novela que es demostración práctica del proverbio gracianesco de lo bueno si breve, dos veces bueno. Dos, tres o cuatro veces, Baltasar, ¿por qué sólo van a ser dos? Una novela que dio muchísimo juego. Creo que disfrutamos mucho durante la tertulia, ¿no os parece?

El Amigo Invisible
Los empleados del Restaurante a eso de las 17:15 mostraban cierto nerviosismo que revelaba su deseo de abandonar el local. Fue por eso que rápidamente procedimos, mientras hacíamos las cuentas para pagar la comida, al reparto de los libros que nuestros amigos invisibles nos habían regalado. ¡Buááá, buááá..., a mí no me regalaron nada, buááá, buááá...! (es broma, claro).

La comida como digo la pagamos a pachas con la salvedad de que las bebidas espirituosas a las que Margarita y Juan Carlos, -quien esto firma-, invitaron dada la cercanía de sus respectivos cumpleaños.

La próxima tertulia
Ya los tertulianos comenzaban a preparar su marcha. Se imponía elegir lectura, marcar fecha y lugar de la tertulia del próximo mes de febrero. Los títulos que se sacaron a colación fueron: "El salvaje" de Guillermo Arriaga (propuesto por Inma); "El último Gin-tónic" de Rafael Soler (propuesto por Mary Luz); algún título de la última Premio Princesa de Asturias, Fred Vargas (¿propuesta de Mamen?); "Necesitamos nombres nuevos" de Noviolet Bulawayo (propuesto por Ana); y algún otro que ahora mismo se escapa por la gatera de mi memoria. En rápida votación decidimos que fuera el que había propuesto Ana el que leeríamos para la tertulia de febrero. O sea que la lectura para febrero es: "Necesitamos nombres nuevos" de Noviolet Bulawayo

En cuanto a día y lugar, decidimos que fuera el martes 19 de febrero a la hora acostumbrada, las 19:00.  

Sobre dónde reunirnos creo que se decidió que fuera en "Ana la Santa", un local que se encuentra en la zona de la Plaza de Santa Ana. Espero que quienes propusieron el local contacten con el mismo con la suficiente antelación a fin de reservar el espacio.

Y nada más, queridos amigos, cierro aquí esta Crónica tertuliana que imagino dada la velocidad con la que la he escrito contendrá más de un error, equivocación, desliz, falta, gazapo, omisión imperdonable (espero que no), despropósito, desatino o disparate. Si así fuera, solicito de vuesas mercedes mil perdones y prometo enmendarme y prestar mayor atención en próximas convenciones librescas.

Bye
 

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