domingo, 2 de abril de 2017

Edna O'Brien: "Las chicas de campo" (vol. 1). La tertulia. Esbozo de normas para la Tertulia

La tertulia
La tarde era excelente. A la hora habitual llegamos puntuales al Café del Rey donde, todo hay que decirlo, nos encontramos muy a nuestro gusto pues hasta los camareros, al menos en esta ocasión, respetaron -y favorecieron- nuestro diálogo anulando para la zona que ocupábamos el molesto sonido de la música que otras veces dificultaba el escucharnos debidamente los unos a los otros.

En este propicio ambiente la decena de tertulianos que en esta ocasión acudimos a la cita comenzamos, bajo la dirección moderadora de Guida [aplicamos así una de las Normas para el buen desarrollo de la Tertulia. Acceder al esbozo de las mismas pinchando en esta Página], a dar nuestro parecer sobre la primera novela de Edna O'Brien, "Las chicas de campo", que es asimismo la primera entrega de la trilogía que se acoge al intitulado genérico de "Trilogía de Kate y Baba".

En general, salvo a quien propuso el título, la novela no gustó. Antes de pasar a señalar los principales motivos aducidos por los tertulianos diré que el proponente fui yo que, algo corrido (já, já...) al ver coincidencia tan unánime en los demás, hube de echar mano de ciertas disculpas previas: que si era una lectura que me había recomendado un amigo, que si la propuse en contraposición a la de Felipe Benítez Reyes de la tertulia anterior que alguien calificó de lectura dirigida a lectores masculinos, y ésta -dije yo- busca sus lectores en el sector femenino, que si... En fin, no cabe decir más como disculpa. Fue mi propuesta, y las cualidades (no muchas, eso es verdad) que en ella vi las expongo más por extenso  en la reseña que de ella hice en mi blog el pasado mes de febrero [leerla aquí]. Luego, en mi turno, comenté alguna de las cualidades que en ella vi.

Así pues, como digo, la novela no gustó a los compañeros de Tertulia. ¿Por qué? El rosario de motivos aducidos fue largo y numeroso: que no enganchaba; que, en ocasiones, era algo surrealista y por ende poco creíble; que era muy poco original; que era muy aburrida; que si tal y que si cual. Pese a todo este cúmulo de tachas alguna tertuliana resaltó la facilidad de su lectura, lo que la hacía muy adecuada para leer en los desplazamientos en metro. Y también otros tertulianos destacaron situaciones presentes en el relato (la vida en el internado de monjas, la maldad de una de las niñas respecto a la otra, el peso tremendo de la religión, las canas echadas al aire por esos caballeros de ciudad que se quieren beneficiar a unas muchachitas...); situaciones que sirvieron para emprender un animado debate en el que se las comparó con las existentes en España en esa época. De esta comparación salió que también aquí ocurrían cosas semejantes, ¿sí?, ¿no? Bueno, en fin, lo que en el fondo interesa de una lectura colectiva, es que suscite ideas, recuerdos, alusiones...

La lectura para el mes de abril
Tras una hora y pico de agradable tertulia, pasamos a establecer el título de la novela que leeríamos durante el mes de abril. Elegimos un título que en una tertulia anterior puso sobre la mesa Teresa Tena, "Las chicas" de Emma Cline. Resulta, además, que esta novela la estaba leyendo en este momento Guida y comentó que le estaba gustando bastante. Pues dicho y hecho, amigas. Y así fue como realizamos la elección. Pese a ser un título reciente, existe en prácticamente todas las bibliotecas madrileñas (yo he mirado en Internet y sólo en las de la Comunidad de Madrid hay 18 ejemplares disponibles. Alguno menos ya, porque ayer mismo me hice yo con uno de ellos.).
Señalamos como fecha de reunión el día 27 de abril, jueves, a la hora habitual, las 19:00, y en el lugar habitual, el Café del Rey en el Paseo del Rey, 22.

Para la lectura poética se decidió que  en el futuro sólo fuese uno el encargado de la misma, quedando el segundo nombre como reserva por si fallase el titular. Al haberse completado ya la lista alfabética, corresponde a Mamen Alonso elegir el poema que nos ofrecerá, y Maru será la lectora reserva.

Rincón poético
El recitado poético esta vez corría de cuenta de Teresa Tena y de Guida. Primero fue Teresa quien nos ofreció dos poemas de un familiar suyo, un tío abuelo, fallecido en 1940, Juan José llovet Soriano que llegó a ver incluido un poema (el titulado "Rimas") entre "Las mil mejores poesías de la lengua castellana".  El segundo poema que nos leyó es el titulado 'La espada de mi abuelo', poema juvenil y muy inocente, que escribiera Juan José antes de los 16 años, edad en la que dio recitales de su primera obra poética titulada "El rosal de la leyenda" donde va incluído el mismo.



Rimas

El tiempo es oro, mujer;
yo no lo puedo perder
en pedir ni en esperar.
Sé mía si lo has de ser;
si no, déjame marchar,
que el tiempo es oro, mujer.
¡El sol baja tan a prisa!
¡Llega tan pronto a su ocaso!
Hay que caminar de prisa,
hay que aligerar el paso.
¡El sol baja tan a prisa!
Me queda tanto que andar
y tanto por qué reír
y tanto por qué llorar.
¡Para lo que he de vivir,
me queda tanto que andar!
No te arrepientas después.
Piensa de qué vivirás
si dejas morir la mies.
¡Yo no ando nunca hacia atrás!
¡No te arrepientas después!

LA ESPADA DE MI ABUELO
(Á Enrique Reoyo)


Yo nací en una casa de portalón sombroso,
donde antafío habitara un hidalgo señor,
que murió coronado por el nimbo glorioso
de una noble leyenda de aventuras de amor.

En la ciudad aún corre en boca de las gentes
la historia de su vida: Se llamaba don Luis,
y lucía en sus armas, limpias y refulgentes,
sobre campo de gules, cuatro flores de lis.

En una de las salas de mi vieja casona,
donde el silencio tiene hueca sonoridad,
pendiente de un testero, se pudre una tizona
que supo hacer un día ley de una volun tad

Aquella vieja espada perteneció á mi abuelo,
aquel valiente hidalgo, poeta y segundón,
que durmió muchas noches bajo el palio del [cielo,
por ju garse á una carta su postrero doblón.

Hace ya mucho tiempo, siendo yo todavía
un muchacho travieso, revoltoso y jovial,
uno de mis mayores placeres consistía
en con aquella espada fingirme general.

General de un ejército de bravos paladines,
general que tenía un bastón por corcel,
y que cuando corría por los bellos jardines
se figuraba hallarse en la torna de Argel.

y cuando en las eternas veladas ínvernales
se rezaba el monótono rosario familiar,
y mi madre clavaba sus ojos celestiales
en los añosos troncos que ardían en el llar;

y sus pálidos labios decían suavemente:
“Por el descanso eterno del difunto don [Luis”,
yo elevaba la vista, casi inconscientemente,
á la espada exornada por las flores de lis.


Luego fue el turno poético de Guida quien nos declamó dos poemas de una poeta portorriqueña desconocida para todos nosotros. Se trata de Julia de Burgos cuya foto y breve biografía aparecen en la foto que antecede a los dos poemas elegidos por nuestra amiga.
[Como en los de Teresa, los poemas se pueden escuchar en audio]



INTIMA


1

Se recogió la vida para verme pasar.
Me fui perdiendo átomo por átomo de mi carne
y fui resbalándome poco a poco al alma.

Peregrina en mí misma, me anduve un largo instante.
Me prolongué en el rumbo de aquel camino errante
que se abría en mi interior,
y me llegué hasta mí, íntima.

Conmigo cabalgando seguí por la sombra 
[del tiempo
y me hice paisaje lejos de mi visión.

Me conocí mensaje lejos de la palabra.
Me sentí vida al reverso de una superficie 
[de colores y formas.
Y me vi claridad ahuyentando la sombra vaciada en la tierra desde el
hombre.


2

Ha sonado un reloj la hora escogida de todos.
¿La hora? Cualquiera. Todas en una misma.
Las cosas circundantes reconquistan color y forma.
Los hombres se mueven ajenos a sí mismos
para agarrar ese minuto índice
que los conduce por varias direcciones estáticas.

Siempre la misma carne apretándose muda 
[a lo ya hecho.
Me busco. Estoy aún en el paisaje lejos 
[de mi visión.
Sigo siendo mensaje lejos de la palabra.

La forma que se aleja y que fue mía un instante
me ha dejado íntima.
Y me veo claridad ahuyentando la sombra
vaciada en la tierra desde el hombre.


NADA


Como la vida es nada en tu filosofía,
brindemos por el cierto no ser de nuestros 
[cuerpos.

Brindemos por la nada de tus sensuales labios
que son ceros sensuales en tus azules besos;
como todo azul, quimérica mentira
de los blandos océanos y de los blancos cielos.

Brindemos por la nada del material reclamo
que se hunde y se levanta en tu carnal deseo;
como todo lo carne, relámpago, chispazo,
en la verdad mentira sin fin del Universo.
Brindemos por la nada, bien nada de tu alma,
que corre su mentira en un potro sin freno;
como todo lo nada, buen nada, ni siquiera
se asoma de repente en un breve destello.

Brindemos por nosotros, por ellos, por ninguno;
por esta siempre nada de nuestros nunca 
[cuerpos;
por todos, por los menos; por tantos y tan nada;
por esas sombras huecas de vivos que son 
[muertos.

Si del no ser venimos y hacia el no ser 
[marchamos,
nada entre nada y nada, cero entre cero y cero,
y si entre nada y nada no puede existir nada,
brindemos por el bello no ser de nuestros 
[cuerpos.

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