lunes, 1 de mayo de 2017

"Las chicas" de Emma Cline. Crónica de la tertulia

El jueves 27 por la tarde hacía fresco. En "El Café del Rey" nos habían anunciado que en cuanto colocasen la terraza -¡estaba colocada la terraza!- cerrarían o no atenderían la parte trasera del local donde solemos celebrar nuestras tertulias. Pero ya digo, hacía fresco; afortunadamente para nosotros, pues hablar junto al tráfago del tráfico de esa zona exige de buenos pulmones y cuando hace frío todos deseamos dar por concluído lo que apenas ha comenzado. Pero ya digo: hacía fresco.

El amable camarero que nos suele atender lo fue aún más aún si cabe en esta ocasión: nos abrió la sala, nos sirvió con diligencia y nos quitó la música que sonaba briosa cuando entramos y de la que nos temíamos lo peor. Pero ya digo, quizás el frío exterior contribuyó a la calidez interior. En el local apenas si había alguien más que nosotros mismos. Bueno, la tertulia tenía todos los requisitos ambientales para un buen desarrollo. Y así fue.

A las siete de la tarde ya estábamos presentes una decena de asistentes. Como el día siguiente era la víspera del largo puente del 1 de mayo y muchos iban a emprender viaje a lejanos destinos decidimos no demorar el inicio de la sesión. Así que rápidamente nos lanzamos sobre "Las chicas" que en esta ocasión, ¡las pobres!, no salieron muy bien paradas en opinión de muchos de los que allí estábamos que en general manifestamos nuestra desafección para con la novela por varios motivos: la historia relatada no logra enganchar, los personajes resultan vacíos y evanescentes, hay un grado de inverosimilitud grande en el relato, no aguanta la novela ni siquiera unos buenos trayectos en metro, las historias de adolescencia por reiteradas ya resultan cansinas, es un relato plagado de tópicos, no hay ninguna crítica ni enjuiciamiento alguno sobre los hechos que se novelan...

Pero también hubo compañeras (en esta ocasión paso decididamente al género femenino dada la minoría de 9/1 en que me encontraba) que salvaron la novela por razones varias: estudio psicológico interesante de los diversos personajes y, en especial, de Evie Boyd, la protagonista; relato muy, muy duro; la manera de escribir es amena y engancha; hay descripciones francamente hermosas; es más que salvable la velada alusión al demonio, a la fiera interior, que anida dentro de nosotros y que en cualquier momento puede despertar de manera terrible; la ausencia de referencias explícitas a los hechos reales que se ficcionalizan es oportuna porque están en la mente de los lectores (esta afirmación y su argumentación fue muy cuestionada por varios de los que allí estábamos); etc.

En lo que vinimos a coinicidir todos fue en que formalmente la novela es, salvando algunas descripciones logradas y poco más, un producto plano. Es más, la estructura del contenido en dos historias, una próxima a nuestro hoy y otra situada en 1969, se ve algo forzada y como único recurso para justificar hablar del pasado. Pero falta la debida fluidez. [De esto y de alguna cosilla más sobre la autora y su novela hablo en mi blog. Pinchar aquí]. También hubo unanimidad al hablar de la bisoñez de la escritora y su espectacular salto al Parnaso literario con una única obra valorada ya, así de primeras, en dos millones de euros y con los derechos cinematográficos vendidos (¡Madre mía. Tendrá buenos padrinos esta chiquilla!)

En fin, así, entre dimes y diretes, entre sorbo y sorbo de las bebidas y refrescos consumidos, y entre bocado y bocado de los canapés que "El Café del Rey" tuvo a bien poner sobre la mesa, fue discurriendo la tertulia que resultó agradable y animada. A veces, vinimos a concluir, novelas que no alcanzan la excelencia dan más juego que otras en las que, por lo que sea, la coincidencia y unanimidad es total.

Próxima lectura
Ana propuso leer para  la tertulia correspondiente al mes de mayo la novela del zamorano José C. Vales, "Cabaret Biarritz". Esta novela ganó el Premio Nadal en 2015. Todos aceptamos la propuesta y decidimos citarnos, para hablar sobre ella, el próximo día 30 de mayo, martes, a las 19:00 horas. Como esperamos que para esas fechas el tiempo se haya tranquilizado nos desplazaremos hasta la terraza "La Perla" en el Pº de Rosales y allí, a la vera del Parque del Oeste, ajustaremos cuentas con este zamorano. Hasta entonces, pues.

Antes de pasar a escuchar el poema elegido para esta fecha, recordamos el nombre del tertuliano al que corresponde elegir y recitar poema durante la tertulia del mes de mayo. Por turno es Maru la tertuliana que nos traerá un poema a la tertulia. Como reserva, por si acaso Maru no pudiese acudir, queda Juan Carlos, o sea, yo.

Rincón poético
En esta ocasión correspondía ocupar este rincón a Mamen que trajo a la tertulia -y declamó a las mil maravillas- un hermoso poema de Max Aub escrito o publicado el 8 de agosto de 1941. Se titula "Cuestión bizantina".

Junto al poema escogido por Mamen he colocado otro que leyó Cecilia perteneciente a Felipe Benítez Reyes. Se titula "El dibujo en el agua" y también es muy hermoso.
 [Ruego a ambas recitadoras disculpen -si así lo consideran- el recitado que hago e incorporo en audio a la letra de sus respectivos poemas]

“Cuestión bizantina”
(Max Aub)


La playa ¿es orilla
de la mar o de la tierra?
Conseja bizantina.
La orilla del bosque
¿es su límite o del llano borde?
¿Qué frontera separa
lo tuyo de lo mío?
¿Quién acota la vida?
¿Vives hoy o mañana?
Raíz, tallo, flor y fruto
¿dónde empiezan y acaban?
El mantillo
¿es orillo
del ramaje muerto,
del renuevo
o del retorcido
helecho nuevo?
Cuestión bizantina.
Importa la orilla,
dormir limpio en ella.
(No somos tú y yo,
sino el hilo impalpable
que va de tu presencia
a la mía.)
Límites y fronteras
se agostarán un día.
Sin orillo ni orilla
¿qué más da de quién sean
los cachones, la arena?
La playa es orilla
de la mar y de la tierra,
nunca frontera:
Nada separa,
Nada se para.
Palabra.
"El dibujo en el agua"
(Felipe Benítez Reyes)


Bien sabes que estos años pasarán,
que todo acabará en literatura:
la imagen de las noches, la leyenda
de la triunfante juventud y las ciudades
vividas como cuerpos.

Que estos años
pasarán ya lo sabes, pues son tuyos
como una posesión de nieve y niebla,
como es del mar la bruma o es del aire
el color de la tarde fugitivo:
pertenencias de nadie y de la nada
surgidas, que hacia la nada van:
ni el mismo mar, ni el aire, ni esa bruma,
ni un crepúsculo igual verán tus ojos.

Un dibujo en el agua es la memoria,
y en sus ondas se expresa el cadáver del tiempo.

Tú harás ese dibujo.

Y de repente
tendrás la sombra muerta
del tiempo junto a ti.



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