Fue el lunes 28 de diciembre, día de la matanza de los Santos Inocentes, cuando a las 18:00 horas fuimos abriendo nuestras pantallas para irnos saludando. En esta ocasión asistimos a este encuentro virtual Margarita, Mercedes, Ana, Guida, Cecilia, Inma, María Jesús, Mari Luz, Carmen y Juan Carlos, quien esto escribe. Por fin, tras unas cuantas sesiones fallidas, Inma pudo participar en el encuentro. En esta ocasión las conexiones funcionaron debidamente; tan sólo la de Mercedes en algún momento se resintió y al entrecortarse sus palabras en algunos momentos resultaban ininteligibles para el resto. Una lástima. Por lo demás todo marchó a las mil maravillas.
Rompió el fuego Cecilia, la postulante de esta novela del alemán Bernhard Schlink. Fue breve en su exposición pues, nos comunicó, el día anterior había colgado en su blog [leer su entrada aquí] sus opiniones sobre esta obra y nos invitaba a todos a pasarnos por allí. En síntesis explicó que había disfrutado con esta novela corta por varias razones: su estructura, sus figuras del narrador distintas para cada una de las tres partes que la constituyen, el perspectivismo utilizado para la conformación del personaje central, la belleza de sus descripciones y diálogos, un estilo periodístico claro en algunos momentos (en este punto no todos coincidimos con ella). Si lo anterior pertenece al campo de la forma, en cuanto a la historia relatada, Cecilia introdujo la idea de la Historia de Alemania contada desde la intrahistoria de Olga, un ser insignificante dentro de la gran Alemania que desde Bismarck se estaba construyendo o, al menos, ideando. Junto a ella aparece su enamorado Herbert que se ve cautivado por esos ideales colonialistas de su país a los que contribuirá personalmente. Tras ello Herbert, enamorado de los espacios abiertos (llanuras inmensas, desiertos inacabables y/o hielos infinitos), emprenderá una serie de viajes y desplazamientos hasta extinguirse o subsumirse en ellos. Esta pareja tan distinta es sin embargo el objeto de un amor inquebrantable por parte de Olga, quien sin saber ya de él y temiendo (teniendo conciencia casi cierta, más bien) que hubiera muerto, pese a ello le escribe cartas a una lista de correos de una localidad noruega próxima al Ártico y a la zona que él pretendía explorar. Estas cartas forman la 3ª parte de la novela. Además, vino a concluir Cecilia, hay una gran cantidad de asuntos o temas que afloran en el relato como sin querer a base de pequeñas pinceladas.
Tras Cecilia y su favorable opinión se sucedieron intervenciones de compañeras a las que no gustó este relato o no satisfizo lo suficiente por razones variadas: excesivamente amplio el período histórico abarcado (desde Bismarck hasta la década de los 90 del siglo pasado) con información escasa para un lector no alemán; el tipo de mujer que es Olga no era muy creíble para algunas o al menos no quedaba bien explicada esa dependencia tan fuerte respecto de un hombre que hacía su vida sin importarle lo que ella sintiera u opinara, la inverosimilitud que algunas vieron en la historia del hijo Eik y su relación con Olga; ciertas incoherencias como los estudios que Eik hacía o había hecho y su dedicación posterior a las SS; el aburrimiento que a algunas la lectura les había producido; etc.
Pero tras la intervención del grupo de las no favorables se produjo la entrada en el debate de las personas a las que la novela había gustado mucho. Las razones, además de las expuestas por Cecilia, hacían referencia a las informaciones desconocidas como todo lo referido al colonialismo alemán en África de finales del XIX e inicios del XX; pero sobre todo los que apoyamos sin fisuras la novela fijamos nuestra atención en el personaje que da título al relato, Olga, una mujer la mar de interesante y compleja que se enamora de alguien muy distinto al que pese a todo ella ama sinceramente; para muchos la novela es una historia de amor conmovedora por su credibilidad; también en la conformación del personaje de Olga había que fijarse -se dijo- en esos tres seres que se mueven a su alrededor: Viktoria, Herbert y Eik; y para otras tertulianas quizás lo que más les había atrapado de esta novela era esa mujer sencilla, cabal, que sabe hacerse a sí misma pese a las dificultades del momento en un mundo de hombres, una mujer que busca la felicidad en las cosas pequeñas y no en los grandes ideales como hace su amado Herbert, una mujer en definitiva con la que en cierta manera alguna tertuliana se sentía identificada. Se señaló también que el aprecio sentido hacia esta obra de Bernhard Schlink venía dado por el estilo: esos tres narradores diferentes, el estilo epistolar de la tercera parte, la sencillez con la que expone lo difícil haciendo que la lectura sea sumamente fácil pese a la extensión y profundidad del período tocado, esa manera de presentar la información no toda de una vez sino por capas, como por arrimadas o por suaves oleadas, de manera que no es hasta el sorpresivo final que podemos tener completo en nuestra cabeza al personaje protagonista de "Olga".
Dejo para desarrollarlo más por extenso en mi blog la idea que apunté en la tertulia de que el autor, al igual que hiciera en la otra novela que de él he leído, "El lector", lo que hace en "Olga" es dar un repaso a la historia de su país, una nación que durante el siglo XX pero ya desde la época de Bismarck venía anunciando lo que luego en la década de los 30 y mitad de los 40 del siglo pasado practicaría: el exterminio, el genocidio, el nazismo... Schlink viene a decir a sus compatriotas que deben asumir su responsabilidad y no evadirla escondiéndose en un 'no sabía, yo creía que...' pues todos fueron partícipes en mayor o menor grado de esa barbarie. [como siempre esta y otras consideraciones expongo en la reseña de "Olga" que hago en mi blog].
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Nota bene: Algunas diréis "pues para haber perdido sus notas y tirar sólo de memoria, se acuerda de muchas cosas". No, no os quiero engañar. Resulta que hacia la mitad de esta Crónica por arte de birlibirloque levanté un papel que sobre mi mesa estaba y... ¡zás!, aparecieron las susodichas anotaciones que me han ayudado a corregir alguna que otra cosa. Jé, jé...
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Próxima lectura, próxima tertulia
Y así se nos fue agradablemente pasando el tiempo. Llegó el momento de proponer lectura para el mes siguiente. Sobre la mesa se pusieron, que yo recuerde, dos títulos: "El tiempo es un canalla" de Jennifer Egan, a propuesta mía; y "La España vacía" de Sergio del Molino, a propuesta de Carmen Sánchez. Estimamos que el de Sergio del Molino, un ensayo sobre el despoblamiento del mundo rural sufrido en nuestro país, daría pie a un buen intercambio de opiniones sobre un tema candente y más en este momento aciago de lucha contra el Coronavirus. Y en eso quedamos, leeríamos "La España vacía" de Sergio del Molino. La reunión virtual la realizaremos el próximo día 28 de enero a la hora acostumbrada, las 18:00.Hasta entonces, queridas amigas, deseo que hayáis pasado unas Fiestas lo más felices posible, y que Sus Majestades, los Reyes Magos de Oriente, se porten o se hayan portado con vosotras como os merecéis, es decir, fantásticamente bien.
¡Ea!, lo dicho, hasta el 28 de enero a las 18:00 por Skype. Bye, bye.
Gracias por la crónica, J. Carlos. Apuntaré solamente que la narrativa de tipo periodístico, es utilizada por el autor sólo cuando menciona hechos históricos. En mi reseña de la novela, ejemplificó con citas textuales en las que se puede apreciar el estilo breve, claro y preciso del lenguaje periodístico. Un fuerte abrazo
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