jueves, 23 de noviembre de 2017

Jhumpa Lahiri: "El buen nombre". La Tertulia

No hay comentarios:
Martes 21, 18:30 de la tarde.
Mercedes, Ana y Guida ya están en Viena Capellanes de la calle Luisa Fernanda. Quieren conseguir una mesa con buena ubicación que acoja a los tertulianos que en esa tarde-noche de este 'veroño' madrileño nos desplacemos hasta allí para departir sobre la primera novela escrita por Jhumpa Lahiri, una guapa estadounidense de origen bengalí nacida en Londres en 1967. Nuestras tres amigas logran su propósito, vaya si lo lograron. Ubicación perfecta, sin interferencias sonoras desagradables que nos permitieron un más que agradable intercambio de opiniones y pareceres entre los diez asistentes que a las 19:00, con puntualidad soviética, allí nos congregamos.


"El buen nombre"
Como proponente de la lectura me tocó a mi abrir el fuego tertuliano. Expliqué la razón de mi propuesta: En primer lugar, no reincidir en el agobio y dureza experimentados con la novela de la Atwood que a todos nos pareció fuerte en exceso; pero a renglón seguido -dije- está el placer que esta liviana y nada pesada lectura me produjo cuando la leí; y también, claro, el asunto que plantea de la difícil convivencia e integración de identidades culturales tan diversas como la bengalí de los personajes protagonistas con la norteamericana, mucho más abierta y menos atada a la tradición.

Cerré la introducción aludiendo a la manera de escribir de la novelista que usa con preferencia el presente de indicativo en un afán de marcar de intemporalidad al relato para así trascender la inmediatez temporal y elevarse a la esfera más propia del mito, leyenda o cuento. Además -añadí- el estilo es ciertamente muy cinematográfico (hay versión fílmica de la misma) destacando el gusto por la elisión de elementos lo que hace que el lector deba implicarse activamente en la novela localizando esos elementos que la autora no nos ha ofrecido explícitamente. Y me callé, ¡ya estaba bien! Quien quiera conocer más opiniones mías sobre esta novela puede pasarse por mi blog [leer reseña aquí]

Tras mi presentación las tertulianas que me acompañaban (en esta ocasión fui el único representante masculino dado que el otro 50% de la representación no pudo acudir por tener que pasar al día siguiente por "el taller de reparaciones". ¡Ánimo, Juan Dionisio, cuando leas esto espero que ya estés en franca mejoría!). Ana fue quien con más entusiasmo tomó el tema de la identidad que aparece en el relato. Contó su experiencia personal vivida con parejas amigas marroquíes, bien posicionadas socio-culturalmente como las de la novela, que contraían matrimonios concertados durante sus vacaciones en Marruecos y las tremendas dificultades que las mujeres tenían para integrarse entre nosotros por culpa de su apego tremendo a sus costumbres y tradiciones. Este asunto de la identidad -central en el relato- le pareció a algunas tertulianas no de tanto interés dado que es tema archisabido, dijeron. Maria Jesús echó mano de experiencia familiar y comentó la desubicación identitaria que los niños suelen sufrir al ser vistos por los de aquí y los de allí siempre como ajenos al ámbito cultural en que en ese momento se encuentren.

Guida incidió en el aspecto cinematográfico del relato; Marga dijo que le parecían mejores los relatos cortos de la escritora, pero que en ellos también el asunto de los trasterrados es nuclear; y la mayoría de los allí presentes comentamos la verosimilitud de los personajes. A este respecto surgieron comentarios sobre si Gogol es coherente o no en su relación con Max, su novia americana; a Inma y aTeresa la mujer de Gogol, Moushumi, les pareció un tanto desequilibrada, si bien para otros su desapego hacia todo lo que oliera a bengalí viene a representar el polo opuesto de la recién llegada a USA, Ashima. No obstante esta última a todos nos parece al final bastante equilibrada dado que abandona su cerrilismo bengalí y opta por un fifty-fifty temporal (seis meses en USA y otros seis en Calcuta). Quizás las principales diferencias de apreciación entre quienes nos congregamos en Viena Capellanes vinieron dadas por si era verosímil o no esa fácil integración en Estados Unidos: unos que sí (Mª Luz, Carmen...); otros que no (Mª Jesús, Mercedes...).

Y cerramos -o al menos así voy a cerrar yo esta crónica- hablando de los apodos, de los sobrenombres, de los hipocorísticos, que en cualquier cultura existen. Sobre la mesa se pusieron una serie de anécdotas que nos hicieron pasar un buen rato  y de paso entender cómo asunto aparentemente tan banal como ser llamado de una u otra forma por unos u otros no lo es tanto. Carmen Sánchez contó anécdotas como la de un alumno que se llamaba Lenin Stalin y deseaba ser llamado así o aquella niña -muy querida por ella- que volvía triste a casa del colegio porque al pasar lista nunca la nombraban; claro, el profesor leía Carmen y a la niña en casa siempre la llamaban Menchu. Marga y Mercedes pusieron sobre la mesa nombres que pedían a gritos hipocorísticos (Emerenciana, es el único que ahora mismo recuerdo con seguridad); Inma comentó algún caso de nombre rarísimo de algún alumno sudamericano.... En fin, hay que ver la de asunto que puede dar un sobrenombre que no se desea que sea el oficial, como le ocurrió a Gogol.

La próxima lectura
El mes próximo es diciembre. Como ya es costumbre en lugar de despedir el año, este grupo tertuliano lo que hará será recibir a 2018 como se merece. O sea que la tertulia-cena, o lo que sea que decidamos hacer, la realizaremos en enero y no en diciembre. En diciembre sólo haremos tertulia, como un mes corriente más.

¿Dónde la haremos? Pues en principio en el mismo Viena Capellanes de la calle Luisa Fernanda. El día elegido, el jueves 21 de diciembre. Como son fechas de mucha celebración gastronómica, a fin de poder tener tranquilidad conversacional decidimos adelantar la hora de reunión para no coincidir con las cenas de empresa que en esas fechas tanto abundan. Nos reuniremos a las 18:00, o sea, una hora antes de lo que en nosotros es habitual.


¿Qué leeremos? Pues como perfecto cierre de año optamos por homenajear al Nobel de Literatura 2017 Kazúo Ishiguro, de quien elegimos uno de los siete u ocho títulos que ha publicado, concretamente su novela "Un artista del mundo flotante" del año  1986.

La lectura poética corresponderá en esta ocasión a Mª Luz.

Rincón poético
Como es habitual, al acabar todo lo anterior llegó el turno del poema elegido. En esta ocasión el encargado era yo, Juan Carlos. El poema que elegí es el de Vicente Aleixandre titulado "Entre dos oscuridades, un relámpago". Es un poema contenido en el libro "Historia del corazón" que el poeta publicara en 1955 y que supuso una rehumanización y socialización de su poesía. Además -expliqué- el poema siempre me ha gustado por comenzar con una cita tomada del final del poema de Rubén Darío, "Lo fatal"; precisamente el poema que en la tertulia del mes de octubre leyó Mercedes [se puede leer su texto y escuchar el recitado en boca de Javier Cercas en la reseña de esa tertulia].

Además ese poema de Aleixandre me parece una clara demostración de cómo la literatura se alimenta de la obra de los creadores anteriores vivificándose y amplificándose ésta en la que se realiza en ese momento. En el poema elegido Vicente Aleixandre habla de la VIDA, y en él resuenan los ecos de "Lo fatal" de Rubén Darío, de la Rima LXIX de Gustavo Adolfo Bécquer e incluso del Antonio Machado de Proverbios y Cantares.

Por ello antes del poema elegido leí esos otros textos. Y aquí en esta crónica voy a hacerlo de la misma manera. Aquí van en primer lugar los poemas de Bécquer y de Machado, y luego el de Vicente Aleixandre. Espero que os gusten.
Rima LXIX
(Gustavo Adolfo Bécquer)


Al brillar un relámpago nacemos
y aún dura su fulgor cuando morimos;
¡tan corto es el vivir!

La Gloria y el Amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos;
¡despertar es morir!
PROVERBIOS Y CANTARES - XV,
(Antonio Machado)


Cantad conmigo a coro: Saber, nada sabemos,
de arcano mar venimos, a ignota mar iremos...
Y entre los dos misterios está el enigma grave;
tres arcas cierra una desconocida llave.
La luz nada ilumina y el sabio nada enseña.
¿Qué dice la palabra? ¿Qué el agua de la peña?

Entre dos oscuridades, un relámpago
Vicente Aleixandre
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
RUBÉN DARÍO
Sabemos adónde vamos y de dónde venimos.
Entre dos oscuridades, un relámpago.
Y allí, en la súbita iluminación, un gesto, un único gesto,
una mueca más bien, iluminada por una luz de estertor.
Pero no nos engañemos, no nos crezcamos. Con humildad,
con tristeza, con aceptación, con ternura,
acojamos esto que llega. La conciencia súbita de una compañía, allí en el desierto.
Bajo una gran luna colgada que dura lo que la vida, el instante del darse cuenta entre dos infinitas oscuridades,
miremos este rostro triste que alza hacia nosotros sus grandes ojos humanos,
y que tiene miedo, y que nos ama.
Y pongamos los labios sobre la tibia frente y rodeemos
con nuestros brazos el cuerpo débil, y temblemos,
temblemos sobre la vasta llanura sin término donde sólo brilla la luna del estertor.

Como en una tienda de campaña
que el viento furioso muerde, viento que viene de las hondas profundidades de un caos,
aquí la pareja humana, tú y yo, amada, sentimos las arenas largas que nos esperan.
No acaban nunca, ¿verdad ? En una larga noche, sin saberlo, las hemos recorrido;
quizá juntos, oh, no, quizá solos, seguramente solos, con un invisible rostro cansado desde el origen, las hemos recorrido.
Y después, cuando esta súbita luna colgada bajo la que nos hemos reconocido se apague,
echaremos de nuevo a andar. No sé si solos, no sé si acompañados.
No sé si por estas mismas arenas que en una noche hacia atrás de nuevo recorreremos.

Pero ahora la luna colgada, la luna como estrangulada, un momento brilla.
Y te miro. Y déjame que te reconozca.
A ti, mi compañía, mi sola seguridad, mi reposo instantáneo, mi reconocimiento expreso donde yo me siento y me soy.
Y déjame poner mis labios sobre tu frente tibia - oh, cómo la siento -.
Y un momento dormir sobre tu pecho, como tú sobre el mío,
mientras la instantánea luna larga nos mira y con piadosa luz nos cierra los ojos.

(Poema perteneciente a “Historia del Corazón” publicado en 1955)