sábado, 21 de abril de 2018

De paseo por Mora, Orgaz, y "Ordesa" del Gran Vilas

La Crónica que se me viene encima me acongoja un poco. Porque ¿por dónde atacarla? Nosotros que somos ya tertulianos avezados sabemos que gran parte de la bondad o maldad de un escrito reside en el planteamiento, el enfoque, la organización..., y que luego ya todo viene rodado. Como la novela que llevábamos era de corte memorialista tiraré de repertorio y si me sale en desorden se lo atribuiré al género y si no, diré que opté por la linealidad temporal (je, je...). En fin, ya veremos, me pongo el mundo por  montera y, como dice el clásico, que salga el sol por Antequera.


Ya desde primera hora, qué digo primera hora, desde la noche anterior, la enfermedad se había cebado con una de nuestras compañeras dejándola debilitada, exhausta y descangallada en el lecho del dolor. Es lo que tiene la gastroenteritis que cuando la toma con alguien se resiste a abandonarlo por muchas dietas astringentes que el enfermo -enferma en este caso- haga. ¡Vaya por Dios, mira que es mala suerte!- dijimos los que, aunque algo maltrechos algunos, nos levantamos a primera hora para cumplir el Programa que tan cuidadosamente y con tanta dedicación habían confeccionado María Jesús y Mercedes.

La Jornada
Tuvo, más o menos, el siguiente desarrollo. A las 10:20 recalábamos en la cafetería "Metrópolis" en pleno centro de Mora de Toledo. Allí tomamos café y los tertulianos que participábamos en esta manchega salida (María Jesús, Mercedes, Mary Luz, Cecilia, Inma, las hermanas Tena (Margarita y Teresa), Carmen Sánchez y yo mismo) saludamos a Maite y a Carmen, hermana y amiga respectivamente de Carmen Sánchez. Unas chicas estupendas que se adaptaron a la perfección al grupo y con las que reímos y conversamos a satisfacción.

Tras esta reunión inicial partimos raudos en tres vehículos hacia el Museo del Aceite donde nos esperaba Jonathan, el gañán [así se definió con conocimiento filológico él mismo] que nos iba a ilustrar -¡vaya si nos ilustró!- con todo lujo de detalles sobre el mundo del aceite del que conocía prácticamente todo. Vimos que el chico disfrutaba y, la verdad sea dicha, nosotros también con él. Yo percibí que mis compañeras de tertulia estaban a gusto con este chico a quien dedicaron todo tipo de elogios y parabienes dentro y fuera del Museo que en verdad mereció la visita a pesar del frío que dentro de él pasamos.


Ya fuera del Museo del Aceite pusimos rumbo a Orgaz donde teníamos concertada hora para visitar el Castillo que perteneció al famoso Conde del cuadro del Greco, si bien su última propietaria fue Dª Gema Llopis que dispuso en sus últimas voluntades que el edificio quedase en manos del consistorio municipal. Gracias a eso y a la magnífica reconstrucción que hizo el padre de Dª Gema hacia 1972 del inmueble derruido que había adquirido, ha llegado hasta nosotros una viva muestra de lo que más o menos debió de ser durante la Edad Media un Castillo de vigilancia del camino real que iba de Toledo a Córdoba. Es un castillo peculiar pues está en lo llano y no en un altozano como suele ser lo habitual. Las fotos que acompañan la Crónica nos permitirán recordarlo. Hicimos fotos de todo lo que era presencia patente; por más que nos empeñamos fue imposible hacer lo propio con el mono Jeremías y eso que  nos encomendamos a la Reina de la Fiesta del Aceite 1972, la señorita Gema Llopis, invocándola a través de las fotografías y del vestuario que en el Castillo se conserva. Pero, nada, Jeremías, como que no, tan sólo vimos su inmensa jaula vacía.

Finalizamos la visita al Palacio a una hora ya bastante ajustada y como a las 16:30 habíamos quedado con la guía para que nos enseñase la iglesia nos urgía comer y si era posible incrustar allí, en la sobremesa, la Tertulia sobre la novela de Manuel Vilas. Dejaríamos para más adelante, cuando subiésemos en Mora a la Ermita de Ntra Sra de la Antigua, el recitado de poemas que Inma nos había dicho el día anterior que 'pre-tenía' elegidos. Era intrigante y motivador.


La Tertulia
La comida fue correcta: un menú de 15€ en el que verduras, sopas de ajo, caza  y rabo de toro fueron las estrellas. Los postres también fueron correctos. Comimos, pues, a satisfacción y a eso de las 15:20 iniciamos el intercambio de opiniones sobre la novela de Manuel Vilas.

Abrí el fuego yo al haber sido quien hizo la propuesta del libro. A mí me habría gustado dar a la Tertulia un nuevo estilo que evitase la a menudo espera excesiva para intervenir. Mi propósito quedó a medio camino en parte porque según figuraba en el programa yo pensé que la tertulia sería por la Tarde tras haber concluido toda las visitas y compras y en parte por el tiempo muy ajustado de que dispusimos. Pero bueno no quedó mal la cosa. Expresé en primer lugar el motivo por el que hice la propuesta de "Ordesa": ya la había leído e incluso reseñado [quien quiera ver mi opinión más por extenso puede leer  aquí dicha reseña] y además era una narración de personaje masculino que nos alejaba de los personajes femeninos relacionados sobre todo con otras mujeres (madres, amigas, hermanas...) que tanto habíamos frecuentado en nuestras últimas lecturas. No, aquí, un personaje, Manuel Vilas, hablaba de él y de su relación con sus padres -sobre todo con el personaje de su padre- y con sus hijos. A estas razones de elección añadí dos elementos que me habían agradado muchísimo: La primera, que partiendo de la mera biografía del sujeto protagonista, el autor logra elevar la narración al terreno de la universalidad; y eso a mí me parece meritorio sin ninguna duda. La segunda, ya tiene que ver con el estilo y en especial con esa delicada manera con que Manuel Vilas logra dar a entender informaciones relevantes sobre algunos personajes sin caer en la cruda descripción, tan sólo sugiriendo; a esto contribuye muy mucho esa prosa poética que utiliza para transmitir la historia que nos cuenta.
Tras señalar lo anterior mi intención era la de lanzar unos cuantos temas de debate para sobre ellos construir la Tertulia. Lo logré a medias. Los aspectos que me parecían relevantes en el relato eran dos: el Tiempo y el Amor. Y muy relacionados con ellos estarían la Música, el Humor, la Literatura referencial y la Poesía.

Me gustó que los tertulianos entrasen en desorden a opinar sobre estas cuatro o cinco cuestiones que expuse. Si hubiera habido más tiempo y sosiego quizás el experimento habría resultado exitoso. Pero con todo y con ello yo quedé contento. Durante este constructivo intercambio de opiniones, Mª Jesús estuvo conmigo en la elevación a universal de esa vida familiar que Vilas presenta, aunque a ella le parecía que ese impudor, ese mostrarse ante los demás, era más que nada una concesión a una moda literaria. No hubo mucha opción para detenerse y debatir sobre esto, aunque la mayoría de los contertulios (contertulias, mejor debiera decir) atacaron al hombre porque lo vieron egoísta, mal profesional, mal padre, mal hijo respecto a su madre y adorador de ídolos falsos en sus referencias al padre. En fin, yo vi cómo me iba quedando solo. Afortunadamente Cecilia salió en defensa de la inmensa literatura que hay en esta obra, pero también me pareció ver que venía a decir que el escritor se aprovechaba en exceso de las referencias literarias (Quevedo, el 27, Machado, Dámaso Alonso, Juan Ramón y tantos otros) que germinaban en la novela. Luego ella y muchas otras tertulianas calificaron a Manuel Vilas de engreído y de considerarse por encima del resto. No sé, no sé, a mí me parece que el escritor es un cínico, un irónico y le gusta la provocación y, en parte, levantar respuestas y opiniones como las que en esa escasa hora se pusieron sobre la mesa.
Otra opinión muy generalizada en muchas tertulianas fue que la obra les había resultado muy pesada y muy reiterativa. Pese a estas calificaciones no muy halagadoras para este aragonés todos los tertulianos coincidimos en señalar el magnífico manejo del idioma que tiene el escritor. Pero a mí me quedó la sensación de que en general la obra no había sido muy del gusto de los asistentes: siempre habla de la muerte, no sabemos nada de su mujer, no se sabe ganar a sus hijos, ¿su madre es una mujer estúpida?, acaba uno harto del padre ..., fueron frases muy proferidas en la tertulia.

Prosigue la visita de Orgaz
Y de repente, ¡uy, ya son casi las 16:30. Vámonos! Y así hicimos, marchamos veloces a ver la iglesia de la localidad que había sido restaurada hacía poco tiempo. Una iglesia con hechuras de grande que como tantas cosas en España se quedó en un quiero y no puedo. Una iglesia truncada, abreviada diría yo. En su interior vimos varias esculturas (el Cristo del pie izquierdo, diversas vírgenes, otro cristo de espalda plana para ser  fijado a la pared...) que acababan de haber sido paseadas en procesión durante la Semana Santa. En una capillita perteneciente a la antigua iglesia que la grande absorbió pudimos contemplar un pequeño cuadro del Greco, "El expolio", de los varios que en su taller se debieron de pintar para la confección del mayor que figura en el Museo del Prado. Pero éste -nos dijo la guía orgaceña- era sin duda alguna de Domenico Theotocópuli. Y a la puerta de la iglesia despedimos a la chica que nos había ilustrado sobre la historia y arquitectura de este pueblo que conserva bien su idiosincrasia y tipismo.


¡Ah, se me olvidaba! También en Orgaz visitamos una casa típica, "La Casona", que había recibido múltiples premios  por su fantástica restauración. Allí vimos el estilo árabe de vivir hacia adentro, en el patio al que daban todas las dependencias. ¡Muy bonita la casita en cuestión, sí señor!

En la ermita de la Antigua de Mora. Recital poético
Volvimos a Mora. Aún nos quedaban cosas importantes por hacer. Concretamente faltaba el recitado de poemas que habíamos dejado para cuando visitásemos la ermita de Ntra. Sra. de la Antigua. La ermita en cuestión dista unos siete kilómetros de Mora de Toledo y según nos contó María Jesús los morachos peregrinaban a ella el primer domingo de septiembre. Conserva en su interior algunos cuadros de cierto valor y la imagen que se venera se llama de la Antigua por ser la única que se libró del incendio que destruyó el templo parroquial de Mora durante la Guerra de las Comunidades de Castilla en 1521.

A la entrada de la ermita hay una explanada grande, ancha, magnífica, que nos llamaba a sentarnos en una bancada corrida de piedra junto al muro que delimitaba el espacio abierto. Al abrigo del sol que ya picaba y cómodamente sentados escuchamos a Inma recitar los poemas que había elegido. El primero era del mismísimo Manuel Vilas, concretamente del poemario que publicó el año 2012 titulado "Gran Vilas" y el poema que eligió tenía precisamente ese mismo epígrafe, 'Gran Vilas'. Luego del magnífico recitado de este poema que nos hizo comprender aún mejor si cabe al escritor del que habíamos leído "Ordesa", Inma nos obsequió con otra poesía perteneciente a un autor del que, al menos yo, nada sabía: Roy Galán. El poema se titula 'Hay días cueva y días abismo'. Lo escuchamos en la voz de Inma que, repito, recita muy bien transmitiendo la chispa, el ritmo, el mordiente que el autor ha incorporado al poema. ¡¡Bravo por Inma!!
Ambos poemas esta vez sólo en letra son los que vienen a continuación.
"GRAN VILAS"
Manuel Vilas, poemario "Gran Vilas"

Cómo me gusta el dinero,
cómo me gustaría
ser uno de los hombres
más ricos del planeta.

Me gusta ese momento en que la gente te paga por lo que sea.

Creo que lo que me mataría de verdad es no tener dinero.
Eso mató a mis antepasados: no tener nada.

Me gusta recibir transferencias bancarias.

Pero no me estoy haciendo rico,
sólo me hago viejo.

Se acerca el momento final
Y sigo igual de pobre que siempre,
Igual de pobre que mi padre y el padre de mi padre,
raza negra de negros españoles,
y eso me mete mala y negra sangre en la cabeza.

Muy viejo e igual de pobre que todos los viejos de la tierra.

Mira que era pobre mi padre y mira que yo amaba
esa pobreza, los pobres elegantes españoles
con la frente llena del sol del Mediterráneo.
Mi padre era un Woody Guthrie de las montañas de
Huesca.
Era el mejor, siempre guapo, siempre radiante.
Pero se murió, así fue, se murió.

¿Por qué no soy rico si soy el mejor de los hombres,
si soy un santo,
si soy San Vilas,
muy colega de mis colegas,
un vitalista cordial?

Pagan mal en todas partes. Pagan mal en todo el planeta.
Pronto ya no pagarán nada, y volveremos adonde siempre
estuvo la gente com o yo, allí abajo, quemados,
enloquecidos,
ajusticiados, esclavizados, rotos.

¿Has visto cómo bajan los ríos de la tierra, llenos de cadáveres flotantes,
llenos de moscas que se posan en los labios
de los cadáveres golpeados por la tiranía universal?

No soporto envejecer,
dejar de ser la criatura más resplandeciente de la tierra.

Ser pobre y joven era tolerable

Ser pobre y viejo será un martirio.
Me comeré la pobreza y la vejez con ardiente mala sangre.
Y haré milagros, partiré el mar por la mitad
y me beberé las olas, los peces
y me beberé a todo el alto mando
de la marina de guerra norteamericana

Beberé almirantes, capitanes y delfines.
Beberé ballenas.

También me beberé al alto mando
de la marina mercante de los Estados Unidos.
Me beberé los portaviones de la OTAN.

Necesito cambiar de sangre,
de órganos,
de vísceras,
de cuerpo,
pero no de alma.

Mi alma estará bien siempre

“Hay días cueva y días abismo”
Roy Galán.

Hay días cueva y días abismo.

Hay días que pasan sin más, en los que el invierno te pilla aún con la sal en la espalda y días que tardan más de mil días en llegar.

Hay días mudos y días ruido.

Hay días gota que contienen la memoria de los días lluvia.

Hay días en los que otros rompen contigo y días a los que tú les pegas un puntapié acostándote antes de que anochezca.

Hay días clave y días arpegios y días en los que una canción te salva, de nuevo.

Hay días esclavos de celdas de excel y días libres de vuelos sin cobertura.

Hay días en que dormiste por primera vez con un extraño y días en los que te despertaste al lado de uno al que creías conocer.

Hay días en los que te rompieron la nariz de un puñetazo y días en los que dijiste nunca más.

Hay días en los que te traicionaste a más no poder y días en los que le gritaste a una silla a la que le reprochaste que no te hubiera abrazado lo suficiente.

Hay días que son isla y días que son marca antes de taladrar.

Hay días en los que te comes una y cuentas veinte y días casita en los que te gustaría no tener que tirar de nuevo el dado.

Hay días y díazos y el día que me quieras y vendrán días, han de venir, y los días raros que bailan como un lazo en un ventilador.

Hay días en los que querrás no haber nacido y días en los que sentirás que tus poros atraviesan firmamentos.

Hay días en los que enterraste a tu perro y días en que viste por primera vez una palmera.

Hay días en que fuimos juntos, días en que todavía eras tú solo y días en los que tan solo fui yo a medias.

Hay días en los que estaban todos y días en los que fue imposible que lo estuvieran.

Hay días máscara y días en los que la cara te tiembla.

Hay días trampa para la mente, para sentir que has hecho algo, que hemos estado, que seguimos siendo, aquí.

Hay días en los que el deshielo de los polos casi inunda los pies de tu cama.

Días en los que otros, simplemente, dejaron de latir.

Hay días sin ti y días después de ti.

Y sin embargo, aquí seguimos.

Días vivos.

Nos quedan tantos días, o tal vez solo uno.

Por si hoy fuera mi último día.

Gracias.

Y perdón.

Luego, ya metidos en faena poética, Cecilia no pudo contenerse y leyó el poema "Insomnio" del poemario "Hijos de la ira" que escribiera Dámaso Alonso en 1944 y que muchos habíamos visto sobrevolar no pocas veces por los versículos de algunas secuencias del texto de la novela "Ordesa".
También Mercedes, creo (ahora dudo si fue la misma Cecilia quien hizo el recitado del poema juanramoniano),  hizo lo propio con "Primavera amarilla" de Juan Ramón Jiménez. La letra de ambos textos es la siguiente:

“Insomnio”

de Dámaso Alonso

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?
“Primavera amarilla”

de Juan Ramón Jiménez

Abril venía, lleno
todo de flores amarillas:
amarillo el arroyo,
amarillo el vallado, la colina,
el cementerio de los niños,
el huerto aquel donde el amor vivía.

El sol unjía de amarillo el mundo,
con sus luces caídas;
¡ay, por los lirios áureos,
el agua de oro, tibia;
las amarillas mariposas
sobre las rosas amarillas!

Guirnaldas amarillas escalaban
los árboles; el día
era una gracia perfumada de oro,
en un dorado despertar de vida.
Entre los huesos de los muertos,
abría Dios sus manos amarillas.

Poemas Májicos y Dolientes (1909)

Por último, a petición de Inma, yo leí el poema "The end" que cierra el libro "Gran Vilas" de Manuel Vilas. En ese poema el escritor autoficcionaliza su propia muerte. Es en el fondo el final opuesto al de "Ordesa" que se cierra con una secuencia en la que el autor autoficcionaliza su propia gestación en Barbastro durante un caluroso día de principios de noviembre de 1961 cuando sus padres por amor se pusieron a ello. ¡Qué enorme es este Manuel Vilas!

THE END

Era noviembre del año 2051
Y el escritor Manuel Vilas agonizaba
En una habitación del hospital
La Paz de Madrid.

Tenía 89 años

Sus hijos y sus amigos estaban con él en la habitación.
Hijos y amigos sostenían las manos de Vilas.
Manos que no recordaban haber cogido el mundo.
Vias estaba lúcido.
Se moría de viejo,
Pero hablaba.

Veo una fiesta, veo gente bailando –dijo-,
Una gran fiesta tropical.
Yo tengo 19 años y no 89.
La gente se baña en el mar.
Vuelvo a ser joven y estoy enamorado.
Soy un ángel perfecto.
Soy inmortal.
Vuelvo a sentir el futuro como una puñalada
De alegría en el corazón.

Vilas expiró en ese momento,
Lleno de besos, de abrazos fuertes
Y de emocionados apretones de manos.

La tierra tembló y se abrieron los palacios celestiales.

Vilas estaba muerto.

Pensé que acabaría pegándome un tiro
O saltando por la ventana, pero he acabado como todos.

Habían estado besando a un muerto hediondo,
Pero no les importaba eso,
Eran los hijos y los amigos de Vilas.
Amaban a Vilas y Vilas les amaba.

En efecto, el médico de planta confirmó el fallecimiento.
Había algunos periodistas y algunos personajes imprecisos.

Mira que fui feliz, pero aún podía haberlo sido más
Y eso me está matando mucho más que esta muerte real.
Un fantasma más enamorado que el hombre
Muy enamorado que lo inspiró.’ 

Vilas parecía una momia.
Daba bastante asco.
Un cuerpo replegado sobre cuatro huesos.
Una boca aplastada.
Unos ojos gastados hasta lo indecible.
La frente era una arruga escandalosa.
Las manos eran pura podredumbre,
Los dedos no tenían forma,
Falanges vivas, en ingrávido retorcimiento.

Esto fue el Gran Vilas, finalmente.
El hombre más bondadoso de la tierra, finalmente.
El hombre más enamorado de la historia, finalmente.
Su paso por el mundo estaba consumado.

Gran Vilas, ¿regresarás?
Los grandes vuelven.
Pero para qué volver.

Seguid besándolo, los besos son nuestras rosas.


La  próxima tertulia
Tras el fervor poético vino la vuelta a aqueste bajo mundo. Vamos, quiero decir, que nos quedaba aún por comprar aceite, queso y dulces. Y así hicimos. Cerca del hermoso ayuntamiento de Mora entramos en una tienda de ultramarinos (no encuentro mejor palabra para denominarla) donde había todo aquello que íbamos buscando. Las enseñanzas de Jonathan se pusieron a prueba a la hora de elegir los aceites: que si de arbequina o picual, que si de mezcla de ambas, que si de la cooperativa, que si oliva virgen o virgen extra, que si de la Moncloa, que si... ¡Qué sé yo la cantidad de "quesíes" que sopesamos para comprar aceite! Bueno, la cosa fue que en poco tiempo finalizamos las compras y todo contentos marchamos a la plaza a sentarnos en una terraza para descansar, tomar un refrigerio y decidir título, día, fecha y hora de nuestro próximo encuentro

Leeremos "La uruguaya" de Pedro Mairal. Nos veremos el próximo 17 de mayo a las 19:00 horas en el kiosko "La Perla", en Rosales.

Espero no haberos cansado mucho. ¡Hasta la próxima!

3 comentarios: