El martes 23 de septiembre, día de la Merced, a las 7 de la tarde, nos reunimos los tertulianos en el kiosko Montserrat de Madrid Río, para inaugurar el curso lector y poner en común las opiniones que nos han suscitado dos libros, Léxico familiar de Natalia Ginzburg y La mujer de papel de Rabih Alameddine. Antes de comenzar las intervenciones de las participantes, -nuestros dos hombres no pudieron asistir-, y como hacía dos meses que no nos veíamos, nos pusimos al día de los viajes que cada una había realizado y seguidamente, se abrió el turno de palabra con Léxico familiar; fue Carmen Sánchez quien dio su primer beneplácito a la novela por describir la vida de una familia numerosa del norte de Italia, de principios del siglo XX, de clase media-alta, dominada por un padre intelectual, amante de las ciencias y la naturaleza, intransigente y autoritario; fue esta última constatación la que levantó las voces de las tertulianas que reconocieron en las actitudes del padre, las vividas en sus propias familias; las experiencias personales fueron brotando para terminar conviniendo que en la época era la situación más extendida y común.
Otro acierto señalado por las concurrentes, fue la relevancia del marco histórico y su discurrir en Italia desde finales de la primera guerra mundial, -Mussolini, el fascismo-, hasta el final de la segunda guerra mundial, paralelo al devenir de la familia. Tanto el padre como los hermanos de Natalia, antifascistas declarados, sufrieron prisión por su posicionamiento político así como su marido, Leone Ginzburg, encarcelado en la prisión romana de Regina Coeli, donde murió a consecuencia de las torturas infligidas por los nazis por sus ideas antifascistas y sus raíces judías; pero lo que más nos sorprendió fue el hecho de que el gobierno de Mussolini se deshiciese de algunos opositores al régimen, en los llamados “confinamientos”, pueblos del centro y sur de Italia, a los que eran desterrados y en la mayoría de los casos, acogidos e integrados entre sus habitantes.
En cuanto a la forma, algunas tertulianas coincidieron en la profusión de citas con las que la autora va salpicando el texto, fruto de sus lecturas y de su actividad en la famosa editorial Einaudi en la Avda. Re Umberto, círculo de trabajo y amistad en el que se reunían y publicaban los mejores escritores del momento. El gran poeta y narrador Cesare Pavese, Giulio Einaudi y Leone Ginzburg, ya había fundado la editorial en el 38 cuando Natalia se casa con Leone. Haber vivido en una familia de intelectuales rodeada de libros, la impulsa a destacar aquellas lecturas que alimentaron su infancia y juventud como De vulgari eloquentia de Dante, Herodoto, Homero, Zola, Baudelaire, Paul Verlaine, À la recherche du temp perdu de Marcel Proust, Croce, Leopardi, Carducci, Pascoli , Simenon y un largo etcétera, que hablan de su amplia cultura y del círculo en el que la autora se desenvolvía; Ana, aportó un artículo que hablaba de uno de los mejores amigos de la autora, Carlo Levi y de su maravilloso libro, Cristo si è fermato a Eboli , y al calor de los Levi, hablamos de otro gran amigo, que como Cesare Pavese acabaría suicidándose, Primo Levi, y su durísimo libro, Se questo è un uomo, en el que relata su experiencia en Auschwitz.
Se valoró muy positivamente la narración objetiva y auténtica en primera persona, con la que describe cómodamente lo que sucede en la casa familiar y su alternancia con la tercera persona omnisciente, para narrar hechos que ocurren en el exterior de ese ámbito; alguna de las asistentes señaló la ausencia de protagonismo de la autora, Natalia Ginzbur, coligiendo que ella se sitúa como una cámara fotográfica estanca en un rincón de su casa y desde allí, reproduce con total honestidad el comportamiento de los miembros de su familia, sin reprobaciones y sin juicios de valor sirviéndose para ello de múltiples formas del lenguaje, de diálogos, cartas, canciones, poemas, confesiones, que logran representar el mundo familiar de la autora.
Y lo que nos pareció más interesante fue la elección de un hilo conductor poco habitual pero muy cercano, rutinario, nada engolado, el léxico familiar, común a todas las familias y diferente en cada una de ellas, que llega a convertirse en seña de identidad de todos sus miembros; se aludió a la siguiente cita que resume y condensa el significado del léxico:
Cuando nos vemos, podemos estar indiferentes o distraídos los unos de los otros, pero basta que uno de nosotros diga una palabra, una frase, una de aquellas antiguas frases que hemos oído y repetido infinidad de veces en nuestra infancia, nos basta con decir: «No hemos venido a Bérgamo a hacer campamento» o «¿A qué apesta el ácido sulfhídrico?», para volver a recuperar de pronto nuestra antigua relación y nuestra infancia y juventud, unidas indisolublemente a aquellas frases, a aquellas palabras. Una de aquellas frases o palabras nos haría reconocernos los unos a los otros en la oscuridad de una gruta o entre millones de personas.Cada una de las tertulianas fue recordando esos nexos de unión indisolubles y eternos, frases hechas repetidas y compartidas por la familia como… Natalia da poco cordel, Esta es la casa de tócame Roque…. ¡Eso son Vaniloquios¡ ¡Estoy harto de ese vaniloquio vuestro! No seáis palurdos! ¡No hagáis palurdeces!, ¡Nuevo astro que surge! o la frase de Mario, «El baco del calo del malo».
La verdad es que la novela autobiográfica, dio mucho de sí, en palabras de la madre de la autora, dio mucho cordel, por lo que hicimos un receso, antes de comenzar con el siguiente libro, en el que celebramos por todo lo alto, el santo de Mercedes y los cumpleaños de M. Jesús y de Ana; para la ocasión, Mercedes nos sorprendió con un estupendo queso de su tierra, que trajo partido y del que dimos buena cuenta; añadimos al queso una tortilla de patatas y un buen vino que hizo las delicias de todas las comensales (¿o comensalas?) ja, ja.
Cecilia Gómez Velasco
De la segunda novela que llevábamos para esta Tertulia, La mujer de papel de Rabih Alameddine, os invito a leer la reseña que sobre ella tengo publicada en "El blog de Juan Carlos"
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