Todo comenzó con las dificultades acústicas habituales en los locales madrileños. Primero acudimos al Café Galería Tambor, del que sólo podemos decir que tiene el nombre bien puesto: apenas si había clientes y el ruido era ensordecedor. Gracias a Dios, frente a él estaba, en la misma calle Andrés Mellado, un Riaño casi sin gente, con mesas libres…, y allí nos trasladamos. A la hora de estancia ya era bastante complicado hacerse oír pues la clientela se había triplicado, pero al menos tuvimos una hora y algo más para intercambiar interesantes opiniones sobre la novela que nos congregaba.
“Santa suerte” de Jorge Franco gustó mayoritariamente a los tertulianos; con rotundidad sólo manifestó su disgusto Lourdes quien no salvó nada de la misma; para otros como Mª Luz y el que firma esta crónica, el relato es más un ejercicio formal que otra cosa, pues el contenido –quizás no hayamos sabido verlo- es repetitivo en exceso. A los demás contertulios gustó muchísimo: Inma y Mamen destacaron, entre otras muchas bondades, el recurso al bolero y otros temas musicales que hace Jorge Franco; Mercedes insistió en la técnica utilizada, lo que suscitó un animado debate sobre quién se esconde detrás de esa segunda persona narrativa con la que el personaje de Leticia dialoga. El asunto del narrador, diferente en cada una de las tres historias, nos llevó a reflexionar sobre él: Mª Luz introdujo un interesante elemento: ¿No será que quién cuenta TODA la novela es el personaje de Amanda y el relato entero se salva del incendio en esa carpeta que ella entrega a Jennifer, única hermana que se salva de la quema? Cecilia se reservó para el final: tras manifestar que le había encantado plenamente, aludió algo a Cervantes y luego concluyó con que el autor salvaba a cada una de las tres mujeres de una manera diferente y acertada.. Carmen Sánchez comentó la sorpresa que le habían suscitado estos tres seres, a cual más estrambótico, y sin embargo, creíbles. A Marga y Teresa Tena la novela les gustó mucho y profundizaron un tanto sobre la sociedad colombiana que se muestra en ella: el machismo, las mafias, los hijos sin padre, la dejadez social, etc. Juan Carlos destacó como valores positivos el humor que surge en muchos momentos, el lenguaje literario que, en ocasiones, alcanza categoría de poético, y el cuidado que Jorge Franco ha tenido para hacer cuadrar toda la cronología temporal no fuera a ser que la composición del relato se le viniera abajo. En resumen, una animada tertulia sobre una interesante novela que, como se habrá comprobado en esta breve reseña, no dejó indiferente a nadie.
Para finalizar, y como siempre, procedimos a la elección del título de la próxima lectura. Hubo un divertido desencuentro entre unos y otros respecto a cuál debía ser la novela elegida: que si Houellebec, que si Landero, que si Jang Chang, que si Jesús Carrasco, que si por qué no votamos, que si hemos empatado…, qué sé yo ya. ¡Basta!, dijo alguien, ¡Se acabó. En la tertulia anterior habíamos dicho que leeríamos El mapa y el territorio de Houellebec, pues leeremos a Houellebec! Oye, ni una protesta, casi.
Así pues el Premio Goncourt 2010, la novela El mapa y el territorio de Michael Houellebec será el eje de la próxima tertulia que se celebrará el próximo día 21 de marzo a la hora acostumbrada (19:00) y en el local que por ahora mejor resultado nos ha dado, el Ateneo de Madrid.
Un saludo a todos, en especial a Guida, operada hace nada: te queremos ver en la próxima, ¿eh?
Bye
Juan Carlos
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