El frío, la lluvia, la nieve, la distancia geográfica, las obligaciones familiares o las citas médico-terapéuticas hicieron que ayer, 20 de abril, acudiésemos a la cita en el Hotel Ibis de la calle Manuela Malasaña exactamente la mitad de quienes integramos este veterano grupo tertuliano. A eso de las siete de la tarde o poco más Ana, Mary Luz, Inma, Guida , Mercedes y quien esto escribe (Juan Carlos) nos saludábamos, besábamos y nos interesábamos por los ocurridos familiares y/o las anécdotas personales sucedidas en el intervalo temporal del mes pasado desde nuestro encuentro anterior.
Satisfecha la mutua curiosidad nos dispusimos a hablar de lo que nos convocaba, o sea, la novela de la Premio Nobel de Literatura del año 2018
Olga Tokarczuk,
"Sobre los huesos de los muertos". En esta ocasión dado que el grupo de seis personas se prestaba a ello las intervenciones no las realizamos en sentido sucesivo y ordenado sino que fueron surgiendo de manera mucho más natural, más espontánea, de manera cruzada, según que lo afirmado por alguien despertara en quien fuese esto o aquello que pudiera reafirmar, sostener, contradecir e incluso refutar lo dicho recién. Este modo de proceder si bien es más vivo y animado provoca a veces la pérdida de la debida intelección, al no poder atender adecuadamente a lo dicho por unos o por otros; sin embargo sirve, por otra parte, para evitar largos parlamentos o intervenciones que agotan las posibilidades de aportación de aquellos que no están en el uso de la palabra y que quedan relegados a dar su opinión en último lugar.
Comenzó Ana por haber sido ella quien dio noticia de esta novela en una de las tertulias del año pasado. Fui yo quien tras leerla y reseñarla en mi blog en el mes de diciembre de 2021 [quien quiera echar un vistazo a mi reseña que pinche aquí] volví a ponerla sobre la mesa de títulos de futuras lecturas el mes pasado. Vamos, que fue una propuesta, diríase, al alimón; aunque en mi opinión ella era quien más motivos tenía para romper el hielo tertuliano, ¿no os parece? Y así lo hicimos.
Ana habló de que a ella la literatura de los países de la Europa oriental como Polonia, patria de la novelista, la República Checa u otros del entorno, le atraía fundamentalmente por el desconocimiento que desde aquí solemos tener de esas culturas. Tras esta justificación, pasó a centrarse en la peculiaridad del personaje protagonista, una ingeniera jubilada que al llegar su retiro decide dejar la vida en la ciudad y pasar a vivir en el campo ocupándose incluso del cuidado de las viviendas de los veraneantes citadinos que con la llegada de los fríos retornan a sus confortables hogares urbanos. . .
Más o menos -no podría ser más concreto- a partir de nombrar Ana el nombre del personaje y la personalidad de Janina Duszejko las intervenciones cruzadas de, -y entre-, unos y otros surgieron con una espontaneidad y un disfrute magníficos. Muchas cosas se dijeron, que intentaré recordar, de los variados asuntos que se tocan en esta novela: la soledad; la invisibilidad de las personas, especialmente mujeres, según que van cumpliendo años; la naturaleza y la vida animal; la crueldad humana hacia los animales, visibilizada en la práctica de la caza; la astrología (este asunto provocó un animado debate sobre la importancia de la misma, su cientifismo o no, incluso una tertuliana relató experiencias personales vividas en su juventud que podrían tocar o tener relación con la misma siquiera fuera tangencialmente); el amor a la Naturaleza y a todo lo que ésta contiene; la importancia de lo insignificante, de lo pequeño, de lo particular en la inmensidad de lo universal; etc.
Respecto al último asunto citado en el párrafo anterior, central en la novela, se habló sobre el componente filosófico presente en la novela y su relación con la teología y la visión que el poeta romántico William Blake -tan importante en "Sobre los huesos de los muertos"- tiene sobre éste. Surgieron aquí intervenciones y apostillas, a mi modo de ver muy relevantes, sobre el ateísmo y la inmensa religiosidad contenida en el mismo; también, a propósito de la comunión con la Naturaleza que Blake y otros coetáneos suyos elevaron a categoría teológica, se habló de la relevancia que este pensamiento tiene en la actualidad. Concretamente yo recordé la película "Paterson" de Jim Jarmusch que un día ya lejano reseñé en mi blog [el nombre del director lo añado ahora por eso de que "scripta manent, verba volant" y alguna tertuliana quizás quiera buscar esta película para verla] que aborda el asunto de la importancia de lo cotidiano, de los objetos insignificantes, de lo pequeño, y tal.
Los asuntos presentes en esta narración son muchos más desde luego. Hay tantos que a veces algunos no quedan explicados debidamente quizás porque la autora los dé por sobreentendidos o porque quiera hacerlo así para dar una sensación que desde luego se escapa en una primera lectura. Es en una segunda o tercera lectura cuando al ser ya conocedores de la evolución de toda la trama se logra penetrar en los nexos que unen unos asuntos con otros, y en la profundidad de pensamiento contenida en muchas de las reflexiones de la narradora protagonista.
Todos coincidimos en que lo mejor de esta magnífica novela es el lenguaje utilizado en ella. Es un precioso lenguaje poético que la novelista, poeta ella misma, desgrana y esparce por todo el relato. Esos diálogos en segunda persona con las criaturas del bosque también los destacamos, así como las preciosas figuras literarias que Olga Tokarczuk continuamente emplea y disemina en la obra. Para ilustrar este aspecto se leyeron algunos breves fragmentos que así lo confirmaban.
En definitiva, por unos y otros motivos de tipo formal y argumental, todos convinimos y concluimos que es una delicia leer a Olga Tokarczuk.
Tras el estricto comentario sobre el libro que llevábamos pasamos de manera más que distendida a intercambiar entre quienes allí estábamos impresiones someras sobre títulos de libros recién leídos. Que yo recuerde ahora mismo [perdonadme, pero no tomé apenas notas] se habló con gusto de
La anomalía de
Hervé Le Tellier, de
El deshielo" de
Lize Spit, de
Piedra, papel, tijera de
Maxim Ósipov [de ésta
hay reseña mía aquí] y de otros que ahora mismo mi memoria de pez ha dejado resbalar sin retenerlos. Entre otros títulos puestos sobre la mesa yo aporté uno del pasado Premio Nobel de Literatura, el tanzano
Abdulrazak Gurnah, del que me han hablado muy bien; el título de este libro, una novela, es
Paraíso. A todos nos pareció bien tener un contacto literario con este Premio Nobel del que ninguno hemos leído nada, así que decidimos que ese libro fuera la lectura para la tertulia del próximo mes de mayo.
Nuestra próxima tertuliaElegida la lectura, sólo nos faltaba proponer día y lugar para departir sobre ella. Si las condiciones climatológicas lo permiten -que imaginamos que así será- la reunión la realizaremos al aire libre, concretamente en la
terraza La Perla sita en Pº de Rosales. El día elegido fue el del
lunes 23 de mayo. La hora, la habitual, o sea, las 19:00. Así que, amigas, allí nos vemos, nos oímos y nos escuchamos. Un beso para todas.
Nota bene: Y como siempre solicito indulgencia plenaria por los errores u omisiones que pueda haber en esta humilde y veloz crónica. Gracias de antemano, amigas.