Tras la tempestad vino la calma, aunque, eso sí, llegó con más de un tertuliano pasado por agua. Mejor debiera decir con todos salvo Mamen, única tertuliana que, previsora, antes de iniciarse el tormentón ya estaba sentada en la terraza de La Perla esperándonos al resto con una espumosa y fresca jarra de cerveza en sus manos. Desde su posición, al frente de una estupenda mesa redonda en la que nos aguardaba, fue intercambiando mensajes con los tertulianos que chapoteábamos por calles y aceras camino de donde ella estaba.
Por fin, a la hora convenida lloviendo aún, pero ya todos (Mercedes, Guida, Mari Luz, Margarita, Ana, Mamen y este cronista) refugiados en la cervecería del Pº de Rosales, tras los saludos de rigor cruzamos entre nosotros cuatro cosas acerca de la novela que nos convocaba. Comencé yo que fue de quien partió la idea de leer El retrato de casada de Maggie O'Farrell. Manifesté mi desilusión y cierto desencanto con la lectura, a la que había llegado con muchas expectativas habida cuenta de lo mucho que me había gustado "Hamnett", la exitosa novela anterior de la O'Farrell. Parece que en mí se materializó el dicho de 'segundas partes nunca fueron buenas'. No, no me satisfizo el libro en cuanto a la anécdota, aunque sí me tuvo atento y pendiente en lo tocante a la destreza que la autora demuestra una vez más en el manejo de la lengua literaria. Y no dije más dado que en mi blog justifico esta opinión mucho más por extenso [para acceder pinchar aquí].
Mi juicio sobre la novela dio pie a conversar sobre la realidad vital de las mujeres en esa época (el siglo XVI) respecto a nuestro hoy. ¿Sigue sucediendo algo parecido en la actualidad? Se planteó esta cuestión y hubo animadas intervenciones sobre ello. También salió el asunto de si hay anacronismo o extemporaneidad en lo que se dice sobre la condición femenina del momento. Yo afirmé que sí; sin embargo la mayoría de mis compañeras vinieron a decir que no, apoyándose en la peculiar personalidad de Lucrecia, el personaje protagonista, quien desde bien niña fue una persona singular por sus aficiones y el hecho de ser el quinto hermano. En una familia estar en el grupo de en medio nunca ha reportado grandes atenciones por parte de los progenitores.
Se habló de la belleza de la ciudad de Ferrara. Del castillo de la familia del esposo, una auténtica fortaleza. Lógicamente comentamos acerca del hecho de la imposibilidad de tener hijos, cuestión achacada siempre a las mujeres y nunca al hombre cuando como en este caso Alfonso d'Este no tuvo ninguno con ninguna mujer. Otra injusticia hacia la mujer. Hablamos también de cómo Lucrecia deseó volver a Florencia, algo imposible dado el carácter de la madre y los entresijos económicos y políticos que habían rodeado a la unión. Se habló... ¡de muchas otras cosas! Sí, la novela es una buena disculpa para hablar de una época, un país, el arte, el hombre, la mujer, la crianza de los niños, la relación señora-criada, etc., etc.
Naturalmente no nos olvidamos de elogiar la magnífica prosa de la escritora, así como la magnífica traducción de Concha Cardeñoso. Destacamos la maestría que tiene la novelista al meter al lector dentro de la cabeza del personaje. Leemos y el narrador se diluye en el personaje, ambos son todo uno, no se distinguen. El personaje duda, avanza y retrocede en sus decisiones sin decantarse por nada, está indecisa. Y nosotros la comprendemos, la entendemos, no puede ser de otra manera... En mi opinión esa es la maestría de la escritora, ese conducirnos, llevarnos de la mano, sin presionarnos, por donde ella quiere. Mamen destacó cómo la narradora siempre está en presente; es un tiempo que no avanza. La verdad es que la historia en sí sólo dura un año, el que va de 1561 en que se casan a 1562 en que finaliza la vida en común [no quiero decir aquí, para no romper el interés de la lectura, lo que le sucede a esta Lucrecia por si alguien, fuera del grupo tertuliano, se pasa por esta crónica]. Además de este año lineal, en la novela hay avances -más que avances yo diría anticipaciones- y retrocesos dentro de este año de casada.
Tengo la sensación de que me he alargado casi más en la Crónica de lo que en realidad duró el comentario en vivo de la novela. Había bastante ruido en la terraza de La Perla llena hasta la bandera por culpa del mal tiempo, y no siempre nos escuchábamos debidamente los unos a los otros -mejor sería decir las unas a las otras, pero yo soy un antiguo (ja, ja...)-. Por esto de manera casi natural e imperceptible pasamos a otras cosas, en especial a hablar de títulos de libros leídos. Ana habló de Olivia Manning y su 'trilogía balcánica'; también habló de Víctor Esteban Sardiña, natural de Ciudad Rodrigo (Salamanca) y su libro "A la sombra del atardecer". Por su parte Margarita recomendó dos libros que había leído últimamente de Mariana Travacio titulados "Quebrada" y "Como si existiese el perdón". Quedó en que nos los enviaría. Mamen habló de Haruki Murakami, premio Princesa de Asturias 2023.
Lo logra utilizando con maestría técnicas narrativas como el monólogo interior y el flujo de conciencia
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